Los más pesimistas dicen que quedan poco más de mil ejemplares, mientras que los optimistas elevan la cifra al doble e incluso creen que puede haber más. Lo concreto es que si se juntaran todos los huemules que viven en Chile, cabrían dentro de la Plaza de Armas de Santiago.
Estos singulares ciervos están repartidos en dos zonas del país, una muy pequeña en la provincia de Ñuble y otra que se extiende, más o menos, desde la orilla sur del seno de Reloncaví hasta el Estrecho de Magallanes, pero que se ve interrumpida frecuentemente por canales y glaciares.
La que más preocupa es la población que se concentra en la reservas nacionales Ñuble y Huemules de Niblinto, al interior de Chillán.
Su subsistencia no estaría garantizada a largo plazo por la misma cantidad limitada de ejemplares que viven allí.
Un estudio del año 2008 de la Universidad de Concepción calculó que esta población está en un alto riesgo, con un tiempo medio de extinción de entre 27 y 42 años.
Entre las razones se cuentan la pérdida de hábitat, la escasa reproducción de las hembras y los bajos niveles de variabilidad genética, esto último relacionado con una alta endogamia.