El ciclón, ahora categoría 4 de un máximo de 5, lleva más de 24 horas descargando viento y furia sobre el noroeste del archipiélago bahamés.
Desde que tocó tierra en Elbow Cay al mediodía del domingo se mueve a una velocidad extremadamente lenta: apenas ha superado los 7 kilómetros por hora y desde la madrugada del lunes se redujo a 2 km/h.
La tormenta golpea con furia la isla de Gran Bahama mientras se dirige a la costa este de Florida.
Para que se tenga una idea, la velocidad al caminar de un ser humano promedio es de 6 km/h.
Esto, en sí mismo, es un grave problema.
A menor velocidad de traslación, mayores serán sus potenciales daños, dado que los fuertes vientos y lluvias permanecerán sobre los mismos lugares por más tiempo.
Según el Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos, esta situación puede conducir a una ‘destrucción extrema’ en Bahamas.
De hecho, según reportes preliminares, al menos 13.000 viviendas quedaron destruidas en las islas y cayos afectados.
A las 15:00 GMT del lunes, la tormenta continuaba desplazándose por el noreste de la isla de Gran Bahama, con vientos máximos sostenidos de 250 km/h, según NHC.
La costa este de Estados Unidos se encuentra ahora en la trayectoria de Dorian.
Sin embargo, todavía los meteorólogos no se ponen de acuerdo qué parte se llevará los mayores impactos.
De acuerdo con el NHC, se pronostica que la tormenta experimentará un movimiento lento hacia el oeste-noroeste el martes, seguido de un giro gradual hacia el noroeste.
Sin embargo, la lentitud del movimiento de Dorian hace también inciertos los pronósticos.
Pero ¿cómo se explica que el huracán se desplace más lento que una persona?
Para explicar la lentitud de Dorian es preciso entender cómo se mueven los huracanes.
De hecho, es un aspecto que muchas personas desconocen: que en realidad, los huracanes no se mueven. O al menos, no se desplazan por sí solos.
Son movidos por las corrientes de vientos globales, que están influidas por los gradientes de presión de la atmósfera.
O sea, de no existir esas corrientes de vientos y presiones, los huracanes no se moverían.
Para que tengas una idea de cómo funciona, imagina que un huracán es como un barco de papel que soltamos en un río crecido: las corrientes lo llevaran de un lado a otro y si se encuentra alguna barrera en su camino, se detendrá hasta que las corrientes lo lleven hacia otro rumbo.
La única diferencia es que en la atmósfera no hay cauces y las corrientes pueden llevarlo en cualquier dirección.
Pero aunque los huracanes no se mueven por sí solos, sí giran sobre un centro de bajas presiones y tienden a moverse hacia el norte, por la rotación de la Tierra.