Las cavernosas cisternas subterráneas del norte de Tokio tienen una escala que enfatiza la inmensa tarea del lugar: proteger a la metrópolis más poblada del mundo de las inundaciones.
Vinculado a túneles que desvían el agua desde las llanuras aluviales más vulnerables de la región, el sistema subterráneo que previene las inundaciones fue terminado en 2006 (con un costo de dos mil millones de dólares) y constituye un extraordinario ejemplo de las defensas que las ciudades están preparando de cara a una era de clima extremo provocado por el cambio climático.
‘Nos estamos preparando para inundaciones nunca antes vistas’, afirmó Kuniharu Abe, quien dirige el centro subterráneo. ‘Hasta ahora, por lo menos, hemos tenido éxito’, agregó.
Pero incluso en Tokio, el inicio de tormentas más frecuentes e intensas ha obligado a los funcionarios a preguntarse si las protecciones de la región son lo suficientemente sólidas, una preocupación que se ha vuelto más urgente mientras la ciudad se prepara para ser anfitriona de los juegos olímpicos de 2020.
A lo largo de Japón, las mediciones de precipitaciones de más de 50 milímetros por hora han aumentado en un 30 por ciento en las últimas tres décadas, según cálculos de la Agencia Meteorológica Japonesa.
La frecuencia de precipitaciones por arriba de 76 milímetros por hora ha escalado en un 70 por ciento. La agencia atribuye el aumento de estas intensas lluvias al cambio climático, lo que anuncia una nueva era en un país que ya está entre los más húmedos del planeta, y cuya lengua tiene decenas de palabras para referirse a la lluvia.