Once especies de mosca negra, conocidas científicamente como simúlidos, han sido identificadas en Córdoba durante el año 2017.
Se trata de un tipo de insecto hematófago de gran importancia médica, veterinaria y económica, y que, además de las molestias que causan, su potencialidad como vectores de algunas de las enfermedades más infecciosas obliga a mantener programas de detección temprana y de control para salvaguardar el bienestar y la salud pública.
Así lo ha indicado la Universidad de Córdoba en una nota en la que ha detallado que la investigación, desarrollada por investigadores del área de Ecología de la UCO, se enmarca dentro de un convenio de colaboración con Sadeco cuyo principal objetivo es detectar los focos de dípteros hematófagos, tanto autóctonos como alóctonos, para realizar un control efectivo que disminuya, de esta forma, los avisos por molestias ocasionadas por estos insectos.
Según ha explicado Rafael Obregón, uno de los autores del trabajo, se trata de un programa ‘de seguimiento y de alerta temprana’ puesto en marcha en 2016 que busca conocer las especies problemáticas, su ecología y la relación con su ambiente para diseñar un protocolo de actuación y control.
Concretamente, los investigadores han detectado que la ‘abundancia y riqueza de estas moscas’ aumentan con la presencia de vegetación herbácea en las orillas de ríos y arroyos, así como con la velocidad del agua, mientras que disminuye con el aumento de la temperatura del agua.
Una vez localizados los principales focos, se ha realizado un control biológicoempleando un bio-insecticidase habitualmente empleado en el control de larvas por su alta especificidad y por ser un sustituto a los insecticidas químicos, siendo inocuo para los vertebrados y para la gran mayoría de invertebrados.
Como resultado de este control se han reducido considerablemente las molestias ocasionadas por esta mosca, especialmente en las barriadas periféricas del municipio.
Entre las especies identificadas se encuentra un tipo de mosca fuertemente atraída por la especie humana que ha terminado por convertirse en plaga. Es una especie de ceratopogónido a la que, según ha apuntado Obregón, ‘se debe prestar gran atención en todo el valle del Guadalquivir’.