Un nuevo estudio sugiere que la contaminación del aire podría ser responsables de más de 3 millones de casos de diabetes tipo 2 al año.
‘Estimamos que alrededor de 14% de la diabetes en el mundo es causado por la mala calidad del aire, eso es uno en cada siete casos’ explicó el Doctor Ziyad Al-Aly de la Universidad de Washington y autor principal del estudio.
‘Encontramos este riesgo incluso en lugares donde la contaminación está en los niveles considerados seguros por la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos y de la Organización Mundial de la Salud’ explicó.
El experto aseguró que, en los últimos años, ha surgido evidencia de que las partículas, cuando son lo suficientemente pequeñas, se abren camino a los vasos sanguíneos a través de los pulmones.
‘Van al hígado, van al páncreas, van a los riñones. Estas partículas son nocivas. Irritan el tejido y lo dañan, crean inflamación’, agregó.
La diabetes tipo 2, en la mayoría de los casos, se relaciona con obesidad y envejecimiento. Ésta ocurre cuando el páncreas ya no puede producir o procesar correctamente la hormona insulina. Para encontrar su relación con la contaminación y este tipo de diabetes, los investigadores analizaron a más de un millón de ancianos estadounidenses sin diabetes comparando los niveles de PM 2.5 (la forma más pequeña de contaminación por partículas que se puede ver como neblina en algunos casos) donde vivían con su riesgo de ser diagnosticados con esta enfermedad, por ocho años y medio.
Además, los investigadores separaron el efecto independiente de la contaminación del aire teniendo en cuenta otros factores de riesgo de diabetes, como la obesidad.
El promedio anual de exposición diaria al PM 2.5 de estos veteranos fue de 5 a 22.1 microgramos por metro cúbico(mcg/m3) de aire.
Un aumento de 10 puntos en la concentración de la partícula se asoció con un 15% más de riesgo de desarrollar diabetes y un 8 por ciento más de riesgo de muerte.Curiosamente, el riesgo de diabetes comenzó a aparecer cuando los niveles de contaminación excedían los 2,4 mcg / m3, muy por debajo del estándar de mala calidad del aire de la EPA de 12 mcg/m3 y la guía de la Organización Mundial de la Salud de 10 mcg / m3.