Hubo una época lejana en que el agua líquida cubría la superficie de Marte y una densa atmósfera, similar a la de la Tierra, pero compuesta en su mayoría por dióxido de carbono, envolvía al planeta. Hasta que el viento solar, una corriente de partículas cargadas que fluye desde la superficie del Sol, fue erosionando la capa atmosférica hasta convertir al planeta en un páramo. Un estudio reciente determinó que Marte contiene huellas de estructuras parecidas a las redes fluviales de la Tierra que fueron creadas sobre todo por la lluvia, más que por fusión de hielo bajo la superficie.
Los investigadores afirman que su flujo intenso también puede haber persistido hace mil millones de años. Estos hallazgos sugieren que la precipitación provocada por el clima puede haber tenido lugar incluso durante el tiempo en que los investigadores creen que el planeta estaba perdiendo su atmósfera y se estaba secando.
Esto ha sido demostrado en un reciente artículo publicado en Science Advances por el físico Hansjörg Seybold del grupo de James Kirchner, profesor del Tecnológico de Zurich (ETH) en el Instituto de Ecosistemas Terrestres, y el especialista planetario Edwin Kite de la Universidad de Chicago.
El grupo se dedicó a catalogar estos ríos para concluir que una importante escorrentía (el agua que se desborda del cauce básicamente) de los ríos se mantuvo presente en Marte hasta mucho más tarde de lo que se pensaba.
En las cuencas fluviales de las que hay más datos, los ríos de Marte eran aproximadamente dos veces más anchos que los de la Tierra. Entre 3,6 y 1 billón de años atrás, y probablemente después de 1 billón de años, hubo una escorrentía intensa en estos canales, que asciende a entre 3 y 20 kilogramos por metro cuadrado por día.
Marte está configurado con las huellas distintivas de ríos muertos hace mucho tiempo y su origen es un enigma. Nuestro vecino posee una atmósfera extremadamente delgada en la actualidad, y al principio de su historia, recibía solo una tercera parte de la luz solar que recibe la Tierra actualmente, por lo que no debería haber suficiente calor para mantener el agua líquida.
Buscando un mejor entendimiento de la precipitación marciana, Kite y sus colegas analizaron fotografías y modelos de elevación de más de 200 antiguos lechos marcianos que se extendieron por más de mil millones de años.
Estos cauces son una rica fuente de pistas sobre el agua que corre a través de ellos y el clima que la produjo. Por ejemplo, el ancho y la inclinación de los cauces de los ríos y el tamaño de la grava informan a los científicos acerca de la fuerza del flujo de agua, y la cantidad de grava restringe el volumen de agua que atraviesa.
Los ríos también muestran un fuerte flujo hasta el último minuto geológico antes de que el clima húmedo se seque. ‘Uno esperaría que disminuyeran gradualmente con el tiempo, pero eso no es lo que vemos’, dijo Kite. Los ríos se vuelven más cortos, cientos de kilómetros en lugar de miles, pero la descarga sigue siendo fuerte. ‘El día más húmedo del año todavía está muy húmedo’.