La isla de Komodo, en Indonesia, es famosa por albergar al lagarto más grande del mundo, el dragón de Komodo (Varanus komodoensis), que está catalogado como ‘Vulnerable’ en la Lista Roja de especies amenazadas que elabora y actualiza periódicamente la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
Se trata de criaturas carnívoras que pueden medir hasta tres metros de longitud y, aunque son de sangre fría, pueden acelerar su metabolismo a niveles cercanos a los mamíferos, lo que les da una gran velocidad y resistencia.
Sin embargo, ni esto ni tampoco el hecho de que su mordedura sea tóxica asusta a los coleccionistas de animales exóticos, que sienten una gran atracción por estos animales. Por culpa de ello, la especie cuenta en la actualidad con menos de 6.000 ejemplares en libertad que viven en el Parque Nacional de Komodo. De todos ellos, sólo unos 500 son hembras en edad de reproducirse.
El escenario actual preocupa, y mucho, a los conservacionistas, que se están esforzando por tratar de encontrar la manera de asegurar el futuro de la especie. Un buen ejemplo de ello es el zoológico de Chattanooga, en Tennessee (Estados Unidos), donde habita Charlie, una hembra de dragón de Komodo que vive desde hace tiempo en estas instalaciones.
Con el objetivo de que Charlie se pudiera reproducir, el pasado verano sus cuidadores le trajeron a Kadal, un macho con el que pretendían que se apareara. Ella no le hacía ningún caso a él, con lo que los expertos pensaron que habían fracasado. Sin embargo, el pasado mes de setiembre Charlie sorprendió a todos poniendo varios huevos de los que más tarde nacerían tres crías: Onyx, Jasper y Flint.
Los responsables del zoológico no se lo podían creer. ¿Cómo era posible que los pequeños hubieran nacido de la nada? Con el objetivo de hallar una respuesta a esta pregunta los expertos decidieron analizar el ADN de los tres. Gracias a ello vieron que, en efecto, no había rastro del material genético de Kadal.
Charlie se había reproducido por partenogénesis, que es una forma de reproducción basada en el desarrollo de células sexuales femeninas no fecundadas. En concreto, lo que ocurre es que el óvulo se segmenta sin fecundar debido a factores ambientales como podría ser la llegada de una determinada época del año en la que el nuevo individuo podrá desarrollarse en buenas condiciones.
Se da con cierta frecuencia en platelmintos, rotíferos, tardígrados, crustáceos, insectos, anfibios y reptiles, más raramente en algunos peces y, excepcionalmente, en aves cuando no se dan las condiciones para que machos y hembras puedan aparearse. En el caso de los reptiles, la partenogénesis es común en geckos y varanos, una familia que comprende varias especies de grandes lagartos.
Que estos dragones en peligro de extinción tengan la posibilidad de reproducirse así es una buena noticia porque facilita las cosas a la especie. El único inconveniente es que por medio de la partenogénesis las hembras de dragón de Komodo sólo pueden dar a luz a machos.
Para entenderlo cabe entender primero cómo se determina el sexo de la descendencia en el caso de los humanos, ya que algo muy parecido ocurre con los dragones de Komodo. Así, en la especie humana, cuando una célula sexual femenina –óvulo- se encuentra con una masculina –espermatozoide-, ambas con 23 cromosomas, se forma un zigoto de 46 cromosomas, que son los que tienen el resto de células que no son sexuales.
Entre ellos se encuentran los cromosomas X e Y, cada uno aportado por un progenitor, que son los que determinarán el género de la descendencia. En nuestro caso, los embriones femeninos son del tipo XX y los masculinos del tipo XY. En reptiles, en cambio, las hembras presentan la combinación WZ y los machos son ZZ.
Cuando ocurre la partenogénesis, el cromosoma que aporta la hembra se duplica para dar lugar a un zigoto completo, pues no hay aporte del macho, de modo que sólo se pueden obtener embriones con las combinaciones ZZ y WW. La primera de las cuales corresponde a los machos y la segunda no es viable, por lo que, en este caso, no es posible dar a luz a hembras.