“Estamos en una situación excepcional con consecuencias que vemos en el ambiente en forma directa. Las mejoras en los niveles de calidad del aire y el menor ruido se ven reflejadas en la vida natural de la reserva, que al estar junto a la Ciudad, actúa como reflejo de la vida cotidiana”, explicó Eduardo Macchiavelli, secretario de Ambiente de la Ciudad. Entre las 15 especies registradas se encuentran el boyero negro, gorrión, pato cutiri, carau, burrito común, gallineta común, jilguero dorado, cardenal, naranjero, celestino común, estrilda común, tacuarita azul, calandria grande, calandria real, tordo músico, tordo renegrido y el arañero cara negra, entre otros.
“La Reserva hace monitoreos constantes junto al Club de Observadores de Aves. Es un pulmón de atracción para la fauna urbana. En la Argentina hay 1.000 aves registradas y un tercio se encuentra allí”, precisó Rodrigo Fariña, director del área de conservación de Aves Argentinas. “Por ahora es poco el tiempo transcurrido para sacar conclusiones, pero igual podemos nombrar dos fenómenos: por un lado, hay menos ruido, menos disturbios, menos bicis, corredores y visitantes. Entonces, muchas especies se confían más y aparecen, se muestran. Por otro lado, estamos más atentos redescubriendo la naturaleza”, agregó.
En definitiva, no es que están llegando nuevas especies, sino que el aire puro y el silencio que envuelve a la Reserva funcionan como una puerta de entrada para que los animales se muestren y paseen airosos por donde antes no se animaban.
“Hay muchas especies que nos acompañan y están cercanas a nuestro ambiente urbano, que generalmente pasan desapercibidas porque no se dejan ver, porque el ruido o nuestra presencia las ahuyentan, pero con el aislamiento ahora se están evidenciando y se están animando a salir”, explicó Manuel Jaramillo, director general de la Fundación Vida Silvestre. “Se están movilizando por nuestra ausencia, a través de las plazas, los espacios verdes, y están ocupando temporalmente esos espacios. Sin duda cuando volvamos a utilizar el espacio urbano se van a retraer y hay que ser muy cuidadosos con eso para que no queden individuos de diferentes especies atrapados”, agregó. Al respecto, plantea que a través del planeamiento urbano y otras herramientas es ahora la oportunidad para pensar la manera en que esta aparición temporaria de especies se pueda mantener y propiciar en el tiempo.
Desde la Secretaría de Ambiente aseguraron también que la mejora en la calidad de aire permite ahora avistar desde la Reserva Ecológica la costa de Quilmes con mayor nitidez.
La cantidad de especies de seres vivos registrados desde que se creó la Reserva en 1986 asciende 1.500 entre mamíferos, aves, insectos, etc. El número es dinámico dado que con el tiempo nuevas especies colonizan el área y otras dejan de ser registradas.