La crueldad hacia los elefantes aumenta, bañarlos es una de las experiencias más anheladas por los turistas

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Un nuevo reporte de World Animal Protection expone las alarmantes tendencias del turismo con elefantes alrededor de Asia, las cuales se esperan que empeoren cuando los operadores de estos lugares traten de recuperar los ingresos perdidos por el impacto causado por el COVID-19.

A lo largo del continente asiático, hay más de 3.800 elefantes en cautiverio en 357 campamentos. Tailandia tiene tres cuartos de estos elefantes y se ha visto un impactante aumento del 70% en estos números en solo 10 años, según la tercera edición del informe Los Elefantes no son mercancías. Este, el más reciente estudio, compara una investigación hecha durante los últimos 10 años en el turismo con elefantes, en donde se evalúan lugares en Tailandia, India, Laos, Camboya, Nepal, Sri Lanka y Malasia.

Los turistas, inconscientemente, han promovido estas crueles prácticas al hacer parte de pequeñas interacciones con elefantes, como bañarlos y tomarse fotos con ellos. Las investigaciones demuestran que hay una creciente conciencia sobre el sufrimiento que causan los espectáculos al estilo circense y los paseos sobre los elefantes. Sin embargo, los lugares que ofrecen espacios para bañar a los elefantes se han vuelto muy populares en los últimos cinco años, e incluso en Tailandia estos sitios se han triplicado. Los lugares que ofrecen este tipo de experiencias también se disfrazan a menudo de santuarios y centros de rescate, engañando de esta forma a los turistas.

Los hallazgos son aterradores, pues revelan que 2.390 (63%) elefantes están sufriendo y viviendo en condiciones deplorables en 208 instituciones en los países analizados, y de estos, solo 279 (7%) elefantes viven en lugares con altos estándares de bienestar. Estos, en contraste con 2015, cuando 2.242 (77%) elefantes vivían en condiciones inadecuadas y 194 (7%) vivían en sitios con buenas prácticas de bienestar animal.

Los elefantes representan un gran porcentaje del negocio para los operadores de turismo, pues ofrecen interacciones en espectáculos, paseos, baños o para fotografías. Según el informe, antes de la pandemia causada por el COVID-19, la industria turística de elefantes en cautiverio generaba entre $581 y $770 millones de dólares en ventas al año, a costa del sufrimiento de estos animales.

Audrey Mealia, Directora Global de Vida Silvestre en World Animal Protection afirma:

“Para muchos turistas, viajar a Asia y no tener un encuentro con un elefante es inconcebible, ya sea en un espectáculo, en un paseo o en un baño. Lamentablemente, estos turistas amantes de los elefantes que quieren vivir una experiencia única en la vida están apoyando la demanda de un gran problema que causa un sufrimiento inimaginable que pocos ven, pero que ocurre detrás de escena”.

“Estos animales inteligentes y sociables son las víctimas de un comercio que los explota en grandes cantidades. Los turistas necesitan saber la verdad: cualquier elefante al que usted pueda acercarse lo suficiente para tocarlo, es un elefante que ha sido sometido a un aterrador abuso. No solo se trata de los paseos o espectáculos al estilo de los circos, también aquellas oportunidades que ofrecen algunos llamados santuarios, orfanatos y centros de rescate para bañarse o tomarse fotos con los elefantes. Estos lugares no son inocentes, son crueles”.

Ya que la industria se detuvo por completo como consecuencia de la pandemia, muchos de estos campamentos se vieron obligados a cerrar y a despedir a su equipo de trabajo, mientras pocos quedaron para cuidar de los elefantes. World Animal Protection ha proporcionado fondos a 13 campamentos que tienen prácticas éticas y amigables con los elefantes alrededor de Asia, para ayudarlos a superar estos momentos difíciles y así mantenerlos a flote.

Como una solución sostenible y a largo plazo, la organización aboga por la prohibición de la reproducción en cautiverio de los elefantes utilizados para el turismo comercial, para evitar que las futuras generaciones de estos animales no sufran este trauma. Los turistas también tienen cierto poder sobre esto y pueden alejarse de las prácticas poco éticas y elegir lugares donde pueden ver a los elefantes en su hábitat natural o apoyar a los campamentos con altos estándares de bienestar. Para la mayoría de los elefantes, no es posible volver a la libertad, así que un santuario real es la mejor opción. Estos lugares funcionan solo con un modelo de observación, que igualmente crean trabajos e ingresos para los locales que quieran unirse como cuidadores, también conocidos como manhouts.

World Animal Protection hace un llamado al mundo, desde los turistas y hasta los operadores de esta industria, para que asuman la responsabilidad y acaben con la explotación de animales silvestres, para siempre. Si hay menos demanda, habrá menos elefantes sufriendo.

La organización benéfica también hace un llamado a los líderes del G20 para que impongan una prohibición global al comercio de fauna silvestre y así eliminar las amenazas de futuras pandemias que pueden afectar nuestra salud y la economía.

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