Una carpeta con el nombre de ‘vídeos familiares’. Ahí es donde Rehan y Haleema Baig, una pareja de la ciudad inglesa de Bradford, guardaban imágenes aleatorias del marido manteniendo sexo con gallinas (las mascotas de la familia) en el sótano de su casa. Las escenas eran grabadas por la mujer, Haleema, y ambos disponían de una cámara GoPro para filmar los movimientos más complicados.
Según ha recogido el diario Daily Mail, el Tribunal de la Corona de Bradford ha condenado a Rehan a tres años de prisión. El juez ha dicho que su comportamiento había sido “depravado, despreciable y pervertido” y “haría que cualquier miembro de la sociedad que pensara correctamente se sintiera mal del estómago”. Su mujer, quien admitió haber sido cómplice, no entrará en la cárcel, pero sí estará en el registro de delincuentes sexuales durante siete años.
Los delitos salieron a la luz después de una redada de la Agencia Nacional del Crimen en la casa de la pareja el pasado año. Existían indicios de que Baig tenía imágenes de abuso sexual infantil, y todos los equipos (dos torres de ordenador, un portátil y un teléfono móvil) que se confiscaron y examinaron poseían imágenes y vídeos que confirmaban las sospechas (11 de ellos en la categoría de ‘grave’).
La sorpresa para los investigadores fue el hallazgo, además de los otros vídeos, de las imágenes del hombre con las gallinas. “Se encontraron imágenes en movimiento del acusado manteniendo relaciones sexuales con penetración con varias gallinas”, dijo la fiscal Abigail Langford a la corte, sorprendida por el material sustraído.
Gallinas y perros
La pareja tenía una especie de filia por los animales, puesto que no sólo se hallaron imágenes sexuales con gallinas; también con un perro. La fiscal dijo que se encontraron vídeos de los dos en aparente actividad sexual con un chucho, que no ha sido encontrado ni identificado y no se cree que sea su propia mascota. Al parecer, Reham animó al animal a realizar actos sexuales con él y su esposa.
En cuanto a las gallinas, el propio Rehan añadió en la corte que su abuso no se había producido en una sola ocasión. “Había en los distintos vídeos numerosos pollos , pájaros marrones y blancos, y el acusado parece estar usando ropa diferente”, aseguró Langford como prueba de un “comportamiento repetido”. Ninguna ha sobrevivido, tal y como consta en la sentencia, a los repetidos abusos de la pareja.
Baig mantuvo relaciones sexuales, incluso, con pollos ya muertos. El proceso posterior consistía en arrojarlos a contenedores de basura y deshacerse de ellos. La propia Haleema admitió en una entrevista, según ha recogido el Mail, que los pollos habían comenzado inicialmente como mascotas de la familia.
La condena es notoriamente reducida para la mujer, Haleema. El juez sentenció que había pruebas de que había sufrido abuso doméstico a manos de su marido. No obstante, dijo que “parecía haber disfrutado de algunos de los actos sexuales con las gallinas y el perro”, y que “lo ayudó y lo instigó en estos actos, aunque en realidad no parece haber necesitado mucho estímulo para complacer sus depravadas prácticas sexuales”.