Las consecuencias del calentamiento global parecen vivir en un eterno ranking: récord de altas temperaturas, récord de lluvias, récord incluso de migraciones por motivos climáticos. A estas alturas, 2020 se ha convertido también en el año con más «tormentas con nombre». Mientras Iota obliga a miles de personas a dejar sus casas en Nicaragua, su población todavía intenta recuperarse de Eta, el huracán que impactó en Centroamérica hace dos semanas. Iota es la trigésima tormenta de esta temporada, que ya supera en número a la de 2005, cuando hubo un total de 28.
Un informe presentado este martes por la Federación Internacional de la Cruz Roja (FICR) pone cifras a los efectos de desastres naturales como los mencionados, cada vez más frecuentes en un contexto de crisis climática. Según esta organización, más de 410.000 personas han muerto durante la pasada década como consecuencias de los desastres relacionados con el cambio climático, que han afectado a un total de 1.700 millones de personas en este tiempo.
Desde los años 90, los fenómenos meteorológicos extremos asociados al calentamiento global han aumentado casi un 35% cada década pero no han afectado de la misma forma a todas las regiones del planeta. Aun así, el citado informe insiste en que existe «una clara desconexión entre dónde es mayor el riesgo climático y hacia dónde va la financiación para la adaptación climática». Una peligrosa brecha que, según la FICR, «podría costar vidas».
Los 20 países más vulnerables a los desastres climáticos no son los que reciben una mayor financiación
Tal y como detalla el informe, Somalia es el país más vulnerable a los efectos del calentamiento global. Sin embargo, hay 71 países en el mundo que reciben una mayor ayuda económica de los fondos para adaptarse a sus consecuencias y mitigar sus impactos. La situación es similar para la República Centroafricana o Corea del Norte, que no han recibido ningún tipo de financiación internacional en este sentido.
Otros países también vulnerables a los desastres naturales, como Somalia, Afganistán, Myanmar y Sudán del Sur también destacan por tener una financiación insuficientes frente a los riesgos del cambio climático.
Paquetes de estímulo
En su informe, la FICR insiste en la importancia de que los paquetes de estímulo para afrontar la crisis provocada por la COVID-19 tengan en cuenta la protección del planeta con el objetivo de evitar riesgos futuros.
Para FICR, es importante que los gobiernos, así como los sectores humanitarios y de desarrollo prioricen las ayudas a los países más vulnerables ante los desastres climáticos.