Los esfuerzos de rescate empezaron en diciembre de 2020. A casi cuatro meses del inicio de la crisis, los conservacionistas de Kenia pasaron semanas tensas, sin saber si podrían completar la misión con éxito. Los ejemplares pertenecían a una subespecie muy rara de jirafas, que habitaban sobre una isla africana al borde del colapso: se estaba hundiendo. Después de largas horas de intentar salvarlas, un nuevo horizonte se despeja para ellas.
La misión no fue fácil. Por el contrario, la isla Longicharo en el lago Baringo no es fácilmente accesible para la maquinaria necesaria para transportar a animales tan masivos como las jirafas rescatadas. El gobierno keniano invirtió tantos esfuerzos y recursos para esta maniobra ya que dos de ellas son las últimas jirafas de la subespecie Rothschild.
NKarikoni y su cría Noella tuvieron que ser trasladadas sobre barcazas desde el pedazo de tierra hundiéndose hasta territorio continental el viernes, según explicó la organización de conservacionistas Northern Rangelands Trust (NRT). De acuerdo con la asociación, los ejemplares en peligro habían sido reubicados a esta isla hace diez años.
Originalmente, se tenía la intención de restablecer las poblaciones mermadas en la Kenia continental en la isla, donde los cazadores furtivos no pudieran tener acceso a la especie. A una década de ingresadas, el plan se frustró, debido a que el nivel de las aguas se ha incrementado peligrosamente en los últimos años.
De acuerdo con el fideicomiso competente, las jirafas habían desarrollado una vida en libertad en Longicharo. Hoy, el agua ha invadido por completo el pedazo de tierra, lo que ha hecho que el espacio habitable se haga minúsculo. De la misma manera, los recursos de agua limpia, la vegetación y las fuentes de alimento se han vuelto muy escasos.
Por esta razón, la operación de rescate comenzó en diciembre. Una por una, las jirafas se llevaron a tierra firme sobre embarcaciones construidas a la medida para los animales. Para subirlas a los barcos, los rescatistas utilizaron mangos para atraerlas, y finalmente poder transportarlas a una reserva natural de Ruko Community Conservancy, con aproximadamente 18 kilómetros cuadrados.
Aunque no se sabe a ciencia cierta la razón detrás del aumento en el nivel del agua del lago, se piensa que los movimientos geológicos de la zona están involucrados. Otra de las causas puede ser que “el aumento de la deforestación río arriba“, según el sitio oficial de NRT. “[…] esté dando lugar a más sedimentos en los lagos”.
El esfuerzo colectivo terminó con la llegada de la última jirafa hembra, que salió de la embarcación sana y salva. En su nuevo hogar —un santuario natural dedicado a la conservación de especies amenazadas del África—, podrá tener una vida pacífica, alejada de las amenazas de los cazadores furtivos y la actividad humana.