Investigadoras del Conicet advierten que la proliferación de pinos favorece los incendios

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En 2013, investigadoras barilochenses del Conicet pusieron la mirada en la zona de Puerto Patriada, en el norte de Chubut, a 14 kilómetros de El Hoyo y 30, de Lago Puelo, localidades arrasadas por los incendios del 9 de marzo pasado. Estas biólogas propusieron incorporar esa área al Observatorio Nacional de Degradación de Tierras y Desertificación, un sistema de evaluación y monitoreo de tierras a diferentes escalas, sustentado en una red de organizaciones científico, tecnológicas y políticas que proveen datos y conocimientos.

“Resultó interesante la degradación que se vivía allí, a diferencia de otros lugares que sufren sequías, pastoreos o inundaciones. Este sitio sufre una combinación de ocurrencias de incendios y la invasión de una especie de pino adaptada al fuego que, ahora, aumenta el riesgo de incendios”, describió Jorgelina Franzese, investigadora del Inibioma (Instituto de Investigaciones en Biodiversidad y Medioambiente) que depende del Conicet y la Universidad Nacional del Comahue.

Melisa Blackhall, otra investigadora del Inibioma, recalcó que “los ambientes naturales de la región tienen un régimen de incendios que ocurren cada tanto. Lo que se vio en Patriada -y pasó recientemente en la Comarca Andina- es que, al introducir ciertas especies de pino exótico, del hemisferio norte, se afecta no solo las interacciones bióticas sino también el régimen de incendios naturales en la región”.

Según los estudios, los incendios en esta región ocurren con más frecuencia y el avance del fuego es mucho más voraz. Sucede que esta especie de pinos modifica las características de los ambientes. “Estos pinos cargan mucho combustible. Son como un fósforo. Y todo esto va acompañado del cambio climático global, con veranos más cálidos, menos precipitaciones y más frentes de tormentas con rayos”, acotó Blackhall.

Se trata del pino Radiata, una especie con una gran adaptación al fuego, que permite su regeneración, aún después de un incendio. “Tienen conos que permanecen cerrados mucho tiempo- pueden pasar 70 años-. Su apertura se propicia con aumento de las temperaturas por los incendios. Cae la semilla y germina. Muchas especies nativas tienen la capacidad de rebrotar y regenerar los ambientes, pero este pino no deja espacio para que crezca nada más”, especificó Franzese.

El área investigada pertenece a la Reserva Forestal Lago Epuyén, incluida en la Reserva de la Biósfera Andino Patagónica. En las primeras décadas de 1900, después de algunos incendios, se decidió “recuperar” ese sector productivo con especies de rápido crecimiento. “Eso, ahora, no estaría permitido porque los objetivos de conservación fueron cambiando con el paso del tiempo”, plantearon.

Esa especie dominó el área y los investigadores llegaron a detectar medio millón de individuos por hectárea. Más allá de la invasión, modifica la biodiversidad y acumula mucho combustible lo que conlleva a un aumento del riesgo de incendios en la zona. “Si bien no es la especie más plantada en la Patagonia -como el pino Ponderosa-, hemos visto que donde está, en lugares como Chile o Nueva Zelanda, genera grandes problemas. Por eso, tomamos este sitio como piloto para monitorear la degradación y buscar soluciones en conjunto”, indicó Franzese.

Otra característica de esta especie, indicaron las investigadoras, es que la hojarasca del pino “no realiza un aporte tan grande de carbono al suelo, como la vegetación nativa” y, a la vez, aumenta mucho la inflamabilidad. En los últimos años, se realizaron numerosos experimentos exponiendo las hojas al fuego y el pino Radiata resultó más inflamable que la hojarasca de coihue, por ejemplo.

Las investigadoras advirtieron que la problemática de los incendios en la región se agravará por varios motivos, como el cambio del uso de la tierra y el crecimiento de las ciudades hacia los ambientes naturales.

Ante el riesgo latente y la experiencia de los últimos incendios en la Comarca Andina, la solución, plantearon, es un trabajo en conjunto con los pobladores y los funcionarios responsables de la gestión del área.

Blackhall sugirió prestar especial atención a la planificación urbana de la zona y reducir la cantidad de combustible, extrayendo las ramas caídas y podando las áreas invadidas por pinos para que no resulten zonas tan inflamables. “Hay casas que están en esta matriz de invasión o muy cercanas. Es conveniente sacar los pinos que estén más cercanos a las viviendas y generar un plan de contingencia y evacuación con cortafuegos en los lugares donde haya mayor riesgo. Sacar todo el pino es una decisión que requiere de mucho financiamiento. Es muy costoso sacar especies tan grandes y con tanta densidad”, expresó.

Por Soledad Roncarolo en diario Río Negro.

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