Hasta antes de este descubrimiento, las especies de caracol más pequeñas conocidas eran el Acmella nana, descubierta en 2015 en la Isla de Borneo, en Asia, y la Arinia micro, descubierta en 2016 en el Sudeste Asiático. Pero un equipo de científicos encontró en Vietnam y Laos especies más diminutas. La investigación fue publicada en la revista Contributions to Zoology.
La primera de estas especies, descubierta en Vietnam y cuyo caparazón mide 0.6 milímetros de ancho y entre 0,46 y 0,57 milímetros de alto, tiene como nombre científico Angustopila psammion, que viene de una palabra del griego antiguo que traduce “grano de arena”.
La otra, encontrada en Laos, lleva de nombre A. coprologos, que significa “recolector de estiercol”. Esta tiene un caparazón rodeado por masas similares al barro.
Los investigadores estiman que en realidad se trata de materia fecal que los caracoles recogen y ponen sobre sí para evitar que animales invertebrados se froten o se sequen con ellos; y también para, mediante señales bioquímicas, atraer a sus parejas.
Su tamaño les ayuda a protegerse de depredadores pues pueden ocultarse entre rocas y raíces. “La pequeñez les permite ingresar a un nicho previamente desocupado, ya sea al poder alimentarse en espacios estrechos y/o al utilizar partículas de alimentos que de otro modo no serían consumidas por animales más grandes”, escribieron los científicos. Y señalaron que, pese a estas ventajas, “la miniaturización también somete a un organismo a severas limitaciones físicas y fisiológicas que probablemente funcionan como restricciones evolutivas”, como que son más vulnerables al riesgo de secarse.
Aunque son pocos los análisis que se les ha hecho, es probable que estos caracoles se alimenten de hongos y microbios. Tener esta información al detalle permitiría comprender qué lugar ocupan en el ecosistema y cómo su tamaño incide en su reproducción.