El río Paraná experimenta una suba lenta pero constante de su caudal. La tendencia comenzó a darse a principios de este mes, cuando se superó el metro de profundidad, y actualmente el nivel está casi en dos metros. Desde el Instituto Nacional del Agua (INA) prevén que esto continuará así, con oscilaciones en estos niveles, que no se volverá a indicadores por debajo del metro como el año pasado y que para la primavera el río podrá retomar sus niveles normales, en torno a los 3,60 metros.
La modificación en la tendencia que venía dominando el panorama, con una de las peores bajantes de la historia que tuvo lugar en los últimos dos años, se da por las lluvias que acontecieron a principios de marzo en la Cuenca del Plata, según explicó a La Capital Juan Borus, subgerente de Sistemas de Alerta Hidrológico del INA: “Lo más probable es que estemos mejor que el año pasado y que no volvamos a los niveles críticos. Para mitad de primavera estimamos que podremos volver a una condición normal, en el orden de los 3,60 metros”.
Los pronósticos son alentadores, con una previsión desde el INA de 2,27 metros para principios de la semana que viene y un descenso al 1,90 metro hacia los primeros días de mayo. Es por esto que Borus aseguró que se tratará de una “evolución gradual, con oscilaciones” hasta volver a las condiciones que se mostraban como normales hace más de dos años, cuando arrancó la bajante.
En el plano de lo positivo, Borus, quien se desempeña en el campo de la hidrología operativa desde hace más de 30 años, señaló que disminuye “cada vez más la probabilidad de retornar a los niveles críticos que tuvimos” y detalló: “Vamos a tener niveles oscilantes bastante por encima de los mínimos que tuvimos en los dos años anteriores. Algunas mediciones estarán cerca del metro, que es un valor muy bajo pero muy por arriba de lo que tuvimos en algún momento”.
“Estamos mejor que el año pasado y vamos a continuar mejor. No esperamos un cambio brusco sino que de acá a la mitad de la primavera tengamos una evolución gradual, con oscilaciones”, remarcó.
A modo de ejemplo, comentó que las lluvias de principios de marzo provocaron un caudal importante de entrada de agua en la represa de Yacyretá, que pasó de recibir 7.000 metros cúbicos por segundo a 12.000 metros cúbicos por segundo.
“Fue significativo, pero la disminución que le siguió, también”, advirtió el especialista. Esto lo mencionó porque se trata de “una onda de crecida de poco volumen, que a medida que va bajando por el Paraná, ese volumen se va achatando de tal manera que en Rosario hay alturas similares a lo que vemos ahora, pero no mucho más”.
Para tener en cuenta, adelantó que en estos días actualizarán la tendencia climática hasta el 31 de julio, con la cual “se va a tener una visión de cómo será el invierno y lo que queda de otoño. Podremos afirmar que no vamos a tener eventos que aceleren el retorno a la normalidad (de los niveles del río), pero se va a sostener esta condición actual con lo que alcanzaríamos esa condición a mitad de primavera”.
Suelos húmedos
Como motivo principal para que comience a revertirse la situación que vive el Paraná desde hace más de dos años, Borus apuntó a las lluvias “que se acumularon en el corazón de la Cuenca del Plata”, y citó tres características de esa región: es la zona que más lluvias tiene, la que tiene una estacionalidad menos definida y la que presenta una “rápida respuesta hidrológica”.
“Es la zona donde más se acumula agua, especialmente en el sur de Misiones y el nordeste de Corrientes que es donde más llueve en el año; y, en general, es una zona de rápida respuesta hidrológica porque cuando se dan lluvias importantes, los suelos adquieren humedad rápidamente y generan excedentes, que llegan rápido a los ríos”, explicó Borus, que es responsable del pronóstico hidrométrico de los grandes ríos de la Cuenca del Plata.
De todos modos, aclaró que las lluvias importantes que se dan no alcanzan para generar un volumen considerable para hacer frente a los dos años de sequía que experimentó el río Paraná ya que los suelos no volvieron, todavía, a tener un nivel de humedad normal. “Si estas lluvias se dieran con una humedad normal del suelo, como en 2015, hubiese sido un aporte mucho más importante y hubiésemos hablado de una crecida”, graficó.
Los constantes focos de incendios hacen que también se dificulte la vuelta a la normalidad. “La humedad del suelo es escasísima, se dio en Corrientes también. Una de las razones por la que los incendios treparon es por las condiciones de aridez muy grandes que hubo, eso favorece a una humedad alta, que no haya viento y tampoco disponibilidad de lluvias”, concluyó.
A continuación, una secuencia de cómo bajó el río en la década pasada, con la desaparición de lagunas internas en las islas y la clara muestra del avance del fuego en 2020. Para explorar año tras año, ingresar al sitio de Google Earth.