El apuro de la vida cotidiana en las ciudades hace que la mayoría de las personas caminen por las calles sin prestar atención a la fauna silvestre que habita los ámbitos urbanos. Pero si uno se exige detenerse a observar y a reflexionar cuánto tiempo hace que no ve a un gorrión posado en una rama o buscando migas y disputándolas con las inefables palomas, tal vez note que años atrás eran más abundantes.
En Europa ocurre algo similar y varios estudios han analizado el asunto. Para dar rápidamente un resumen de las conclusiones puede decirse que los expertos detectaron que, es verdad, las poblaciones de gorriones están disminuyendo en algunos lugares, pero no es algo generalizado y, en parte, se trata de una migración hacia zonas más amigables y menos contaminados que las ciudades modernas por lo que, lo que muchos pueden considerar una progresiva desaparición de la especie, es simplemente, un cambio de hábitat.
Estudios como el realizado por el Instituto Cavanilles de Biodiversidad y Biología Evolutiva de Valencia, España, observaron que, si bien hubo una disminución en la cantidad de gorriones en los últimos 15 años en ese país y otras zonas de Europa, se trata de una caída pequeña, y en algunos casos se ha recuperado.
De todas formas, según informó Muy Interesante, las causas del declive se pueden encontrar en los cambios producidos en los últimos años en los centros urbanos donde vivía la especie.
Según la organización SEO/BirdLife, “algunas de las principales amenazas que sufren las aves en nuestras ciudades son la falta de lugares para nidificar y refugiarse, la mala calidad de su alimentación, la contaminación, las colisiones con los cristales, o la reducción de zonas verdes”. Por eso está impulsando en los últimos años la “naturalización de las ciudades” a fin de que “la planificación urbana no nos lleve al declive absoluto de estas aves”.
Como todas las especies, una condición imprescindible para el gorrión es que pueda encontrar comida en el hábitat que elige. En particular estas aves optan por sectores abiertos, con presencia de vegetación. Esto está provocando que las ciudades que destruyen sus espacios verdes ya no cuenten con tanta cantidad de gorriones, lo mismo ocurre con aquellas zonas en las que ha aumentado el tráfico, generador de ruido y contaminación.
Los gorriones anidaban o se posaban en edificios, pero se han alejado de las zonas donde las construcciones son cada vez más altas porque les ofrece menos sectores de descanso. Lo que profundiza este problema es que muchas personas colocan puntas en las cornisas y otros bordes, muchas veces para ahuyentar a las palomas, mucho más abundantes, y evitar así los daños que provocan los excrementos. Esto también obliga a los gorriones a migrar.
Otro problema es la llegada en los últimos años de especies que antes no vivían en las ciudades, sea por la migración o por la introducción de especies exóticas por parte del ser humano. De esta forma, los gorriones se encuentran con individuos que le disputan la comida y deben mantener una vigilancia mayor que aumenta su estrés, según un estudio del Imperial College de Londres.
Es así que las poblaciones de gorriones han escapado hacia otras áreas, más abiertas, en algunos países, directamente, han migrado al campo.
Según informó Muy Interesante, se ha reportado otra causa, aunque aún se desconoce si tiene un fundamento científico, que es la radiación electromagnética. Ese medio indicó que varias publicaciones científicas hicieron referencia a las ondas que genera la telefonía móvil. Pero la hipótesis ha sido cuestionada porque no se conoce hasta ahora un efecto nocivo en las aves de la radiación no ionizante y, en todo caso, si algo así fuera posible, se hubiera observado muchas décadas antes con las emisiones de radio y televisión.