Paneles solares, molinos eólicos, circuitos de reutilización de agua de lluvia, son algunos de los mecanismos que comienzan a aparecer con frecuencia cada vez mayor en casas y edificios platenses.
En Informática, la instalación de 72 celdas electrónicas permitirá abastecer a la sede académica de una porción significativa de la energía que insume su funcionamiento. La idea es “achicar” la boleta de servicios tanto como aportar un grano de arena a la protección del medio ambiente.
Dentro de los paneles fotovoltaicos, generalmente hechos con cristales de silicio, la radiación solar es convertida en corriente eléctrica mediante un proceso de captura y conversión de fotones. Según adelanta Javier Díaz, decano de la facultad, a principios del mes próximo los dispositivos -módulos italianos de silicio cristalino, montados sobre una estructura de hierro- estarán funcionando a pleno para generar más del 20 por ciento de la energía mensual que utiliza el edificio.
También desarrollado en los laboratorios de la Universidad Nacional, entre el INIFTA de Ciencias Exactas y el GEMA de Ingeniería, el triciclo eléctrico alimentado con baterías de litio gana terreno a la hora de plantear alternativas vinculadas con el transporte público y los traslados dentro de los campus educativos del Bosque. En 2012, el vehículo tuvo su bautismo caminero con un viaje a Mar del Plata, superando una prueba clave para evaluar su rendimiento y autonomía.
Al no quemar hidrocarburos, el triciclo no contamina la atmósfera. Y sus impulsores aseguran que su consumo es ínfimo: “en proceso de carga, es el equivalente al de lamparitas de 200 watts; esto representa un costo apenas superior a los 500 pesos por año, mucho menor al de cualquier medio que utilice combustibles convencionales”. La Casa Ecológica municipal, ubicada en el Bosque, es otro ejemplo de iniciativa sustentable.
Entre las innovaciones que expone, cuenta con un molino eólico y paneles solares instalados en el techo que suministran el 35 por ciento de la energía eléctrica requerida para su funcionamiento. Además, la vivienda que es sede de la Agencia Ambiental local, cuenta con un muro “invernadero”; un lecho de infiltración para reciclar desechos cloacales; y chimeneas “estacionales”, ubicadas estratégicamente para mejorar la ventilación de acuerdo con lo que requiera cada época del año. De acuerdo con las estadísticas del Banco Mundial, hacia 2025 el 80 por ciento de la población de la Tierra vivirá en ciudades.
En ese contexto, la calidad ambiental quedará como nunca en el centro del debate. Los expertos afirman que en la actualidad ya es posible tener casas “eficientes” sin que los presupuestos se alteren demasiado. “Los costos de las remodelaciones y de las construcciones desde cero se amortizan con la disminución en los consumos de energía eléctrica y de gas” advierte Jorge Czajkowski, profesor titular de Instalaciones de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UNLP, y creador del Laboratorio de Arquitectura y Hábitat Sustentable: “terminan siendo inversiones que pueden recuperarse en dos inviernos”. “Las viviendas sustentables buscan minimizar el impacto sobre el medio ambiente durante su construcción, su uso y al finalizar su ciclo; se trata de reducir o eliminar su huella ecológica” precisa por su parte Horacio Beláustegui, licenciado en Ecología y Recursos Naturales y referente de la Fundación Biosfera.
El dirigente trabaja junto a un equipo de constructores en un proyecto de viviendas de “energía cero”. Y destaca que “la idea no es perder confort, sino crear conciencia de que con sólo algunas modificaciones ya estamos aportando a la conservación del medio ambiente, que en definitiva, es lo que nos permite vivir”. Ambos especialistas coinciden en que, si hay que arrancar desde los cimientos una vivienda, ya sea casa o edificio de departamentos, lo principal es la orientación: aprovechar al máximo la entrada de la luz solar y de los vientos.
Esto se complementa con una adecuada aislación de no menos de diez centímetros en paredes y techos, con vidrios dobles en las ventanas. La creación de un reservorio para acumular agua de lluvia que luego será utilizada para limpieza y riego es, sobre todo en áreas con baja presión recurrente o medidores de consumo del líquido elemento, una opción a tener en cuenta.