Los neumáticos son uno de los contaminantes plásticos más frecuentes en el planeta y una de las fuentes de contaminación más importantes de los océanos y ríos. Mal gestionados o abandonados en un vertedero pueden tardar 1 000 años en desaparecer.
El abandono de los neumáticos fuera de uso (NFU) en el medio natural terrestre, costero o marino, unido a la propia abrasión de los neumáticos procedente de la conducción de los vehículos, generan desprendimientos de pequeñas partículas o polímeros de plástico. Estos son arrastrados por el aire y el agua y contribuyen a la microbasura que se deposita en los ríos y mares, con los consiguientes impactos negativos sobre el medio marino y sobre la salud humana.
Cada año en Europa alrededor de 300 millones de neumáticos quedan fuera de uso. Además, se generan en las carreteras europeas alrededor de 1,3 millones de toneladas de partículas por el desgaste de los neumáticos en uso. Aproximadamente la mitad de esta cantidad es caucho natural y sintético, lo que lo convierte en una fuente potencial de liberación de material polimérico sintético al medio ambiente.
Neumáticos, una fuente de microplásticos
Se estima que la contribución relativa del desgaste de los neumáticos a la cantidad total de plásticos que acaban en los océanos estaría entre 5% y el 10%.
Considerando que las partículas pueden viajar al menos 50 metros desde la carretera, la contaminación derivada de los neumáticos podría estar afectando aproximadamente a 100 millones de m² de ríos y 58 millones de m² de aguas estuarinas o costeras de Reino Unido. Aunque el 60% de los neumáticos se componga de caucho, también contienen fibras textiles de nailon o acero mezcladas de manera indisoluble con la goma y aditivos tóxicos como el azufre y el carbón negro.
Las especies marinas y sus hábitats se ven gravemente perjudicados debido al desprendimiento continuo de dichos tóxicos. Destruyen la vida marina e impiden actividades humanas vitales como la pesca, y otras deportivas y de esparcimiento como el buceo.
Sin embargo, a pesar de las dimensiones del problema, hay pocas iniciativas públicas o privadas que se encarguen de la retirada de estos residuos. Además, una vez retirados, surge el problema de qué hacer con ellos, cómo reciclarlos o reutilizarlos, es decir, cómo reintegrarlos en el sistema para reducir su impacto medioambiental y darles una segunda vida útil.
NFU, economía circular y reducción de residuos
En Europa, en 2019, aproximadamente el 95% de los neumáticos fuera de uso fueron recogidos y tratados para el reciclaje y la recuperación de energía, según señala la Asociación Europea de Fabricantes de Neumáticos y Caucho. En España, en 2020, los dos sistemas colectivos de responsabilidad SIGNUS y TNU realizaron cerca de 132 000 operaciones de recogida en los puntos de generación, equivalentes a algo más de 252 000 toneladas entre ambos sistemas.
Existen ejemplos en países diferentes de la UE sobre cómo se tratan y eliminan los neumáticos usados. Por ejemplo, el proceso de triturado de los NFU da como resultado un material adecuado para la fabricación de suelos para parques infantiles, pistas deportivas, carreteras, rellenos de campos de fútbol de césped artificial y otros usos en la construcción y en la ingeniería civil.
No obstante, algunos de estos usos no están exentos de polémica (sobre todo los que pueden estar en contacto más cercano a la población, incluso población infantil). Por eso se están impulsando proyectos para conocer mejor la cantidad de micropartículas desprendidas de estos nuevos usos.
Nuevos prototipos
Por otra parte, los fabricantes están desarrollando nuevos prototipos de neumáticos más sostenibles y duraderos. También se plantean formas indirectas de reducir su impacto como la creación de superficies de carreteras menos abrasivas o más porosas y con mayor capacidad de absorción de partículas derivadas de su desgaste.
Otra estrategia consiste en apostar por la reducción de la generación de más residuos a través de un control frecuente de la alineación y de la presión de los neumáticos y una conducción preventiva para alargar su vida útil.
El cambio más radical vendría de la mano de la reducción del uso del automóvil y la apuesta por los vehículos compartidos y la economía colaborativa. Esta va en consonancia con los nuevos modelos de producción y consumo sobre la base de las 9 R de la economía circular, un verdadero desafío para las Administraciones, las empresas y los consumidores.