El mundo está a punto de llegar a los 8.000 millones de habitantes. El próximo 15 de noviembre está previsto que se alcance oficial y simbólicamente la histórica cifra, según las previsiones de la Organización de Naciones Unidas (ONU). Y aunque la tendencia es a la desaceleración y el mundo está cerca de tocar techo, llegar a los 8.000 millones supone una serie de retos para que este crecimiento sea sostenible: sociales y medioambientales. Con un envejecimiento poblacional cada vez más acuciante, la esperanza de rejuvenecimiento está en África, el único continente que no tiene estancada la natalidad.
“El coche se está frenando”. Este símil automovilístico le sirve a Antonio López Gay, Investigador del Departamento de Geografía de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB) y del Centre d’Estudis Demogràfics, para describir la situación actual. López Gay apunta que es muy difícil medir la población en “números exactos”, así que la llegada a los 8.000 millones que se espera para noviembre es en realidad “simbólica”.
Mil millones en una década
Fue en los años 60 cuando el mundo experimentó su crecimiento más importante. Aumentaba a un 2,2 %, pero ahora la cifra está por debajo del 1,1 % y en la última década se han sumado 1.000 millones. Estos nuevos de habitantes y los que vendrán – se podría llegar a 8.500 en 2030, 9.700 en 2050 y llegar al pico de 10.400 en 2080- suponen para el mundo dos tipos de retos: sociales y ambientales, detalla López Gay. Los medioambientales comportan resolver la forma en que conseguimos gestionar los recursos “sin destruir el entorno” o sin “perder demasiada fauna”. En lo que respecta a los retos sociales, se trata de “garantizar” que de estos futuros 8.000 millones y los que vengan haya “muy pocos en situación de vulnerabilidad y pobreza”, que estén escolarizados; además de pensar como hacer para reducir la desigualdad o como garantizar una buena cobertura de la Seguridad Social para las personas mayores dado que la población cada vez está “mas envejecida”.
Jesús Sánchez Barricarte catedrático en la Universidad Carlos III y experto en demografía reconoce que va a “contracorriente” y lamenta el impacto negativo que se atribuye al crecimiento demográfico. Por eso considera que el error está en ver a la población como “meros consumidores”. Apunta que se cree que la Tierra tiene recursos naturales limitados y también que “más población significa mayor agresión ambiental”. Pero, según este experto, los datos evidencian que esto es una “falacia”.
Tampoco López Gay cree que sea necesariamente malo que crezca la población mientras, eso sí, “se garantice una buena gestión medioambiental y social”. Considera que lo bueno o lo malo no es la cifra sino las circunstancias y condiciones de la vida.
Hasta dos tercios de la población mundial tienen una fecundidad por debajo de los 2,1 hijos y todos los países han pasado de alta fecundidad y mortalidad a una de baja, avisa López Gay. Es la llamada transición demográfica que muchos estados ya han acabado y todos han comenzado, explica. Y esta teoría anuncia que todos los países irán hacia la baja en fecundidad, aunque la ONU espera que África sea el único continente que siga creciendo, duplique su población y llegue a los 2.500 millones en 2050. Por el momento, el año que viene India pasará a China como país más poblado del mundo.
El demógrafo apunta que algunos puntos de la geografía mundial ya han vivido la transición y ya están teniendo crecimientos negativos y más defunciones que nacimientos. Es el caso de España, cuenta. “Cada vez hay más gente que se une al club de las tasas de fecundidad bajas”, ironiza Sánchez Barricarte para alertar de que el problema del futuro de la población es el envejecimiento y la disminución por las bajas tasas de fecundidad que ya afecta a países en vías de desarrollo. Pero el experto advierte que el incremento de la población “es la única posibilidad que tenemos para continuar con el desarrollo”.
El techo de la población mundial y el envejecimiento
Se espera que el mundo toque techo en cuanto a población en 2080-90, apunta López Gay. Entonces se habrán sumado 2.500 millones de habitantes más, una cifra similar a la alcanzada en los 25 últimos años. Y es que hace muchas décadas que crecemos más lento y si ganamos población es “porque vivimos más años”, apunta el demógrafo. Según datos de la ONU, las estimaciones apuntan que la población mayor de 65 años o más aumentarán del 10 % de 2022 al 16 % en 2050 con lo que los mayores de 65 duplicarían la cifra de menores de cinco años.
El desigual consumo de recursos: norte y sur
“No sólo hay que hablar de números generales sino también de cuánto consumen el norte y el sur”, apunta Javier Raboso, portavoz de Greenpeace. Raboso, que es además sociólogo y demógrafo, considera que al hablar de crecimiento poblacional y sostenibilidad hay que tener en cuenta el consumo de recursos per cápita, que “es infinitamente mayor en el norte que en el sur global”.
Las megaciudades, el consumo y la movilidad. La ciudad de los 15 minutos
El incremento de población hoy se distribuye en megaciudades, que son para Raboso “asentamientos insostenibles” porque son grandes consumidores de recursos y también “excretores de residuos”. En este sentido, considera que la sostenibilidad pasa por promover un reequilibrio territorial. También por aspectos como que la alimentación no dependa del exterior. Por ello cree necesario un “diálogo” entre lo rural y lo urbano para que no existan “territorios de sacrificio” de los que se extraen recursos para poder nutrir a las grandes urbes. Considera que hay que apostar por la “descarbonización” del planeta porque la movilidad es una de las responsables de la crisis climática por ser uno de los grandes vectores de contaminación ambiental. Entendiendo que la movilidad es un “derecho” considera que debe ser satisfecho por las administraciones públicas a través de una red de transporte público “planificada y asequible”. Raboso anima a apostar por la ciudad “de los 15 minutos” que permita que con desplazamientos de no más de un cuarto de hora podamos acceder a los servicios básicos de abastecimiento, sanitarios o escolares, entre otros.
Y en esta planificación urbana sugiere, a modo de ejemplo, que se contemplen espacios de sombra como en ciudades del Magreb en las que la trama urbana es mucho más estrecha y permite zonas de sombra mayor.
Las migraciones: guerras y cambio climático
Según datos de ACNUR en 2021 más de 100 millones de personas vivían fuera de casa forzosamente. Las cifras de migraciones suelen ir acompañados de discursos alarmistas en cuanto a la inmigración, pero la realidad es que “la mayoría de migraciones se dan en el hemisferio sur y dentro del mismo continente”, apunta Nuria Ferré, responsable de Investigaciones y Estudios de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) y que también secunda Raboso. En este sentido, hay muchas más migraciones entre países de África que las que llegan a Europa. El cambio climático y los conflictos armados están detrás de muchos de estos movimientos. Ferré considera que el reto social está en aplicar mecanismos que no estén centrados únicamente en cerrar las fronteras sino en reforzar los programas de cooperación al desarrollo.
La responsable de CEAR apunta que la mayoría de personas que deben abandonar sus casas de manera forzada y no voluntaria lo hacen por guerras o conflictos armados prolongados en el tiempo. También existen situaciones de colapso social y económico que impide que se pueda tener una vida en paz, como es el caso de Venezuela, señala. Y cada vez hay conflictos que se prolongan más en el tiempo, como Siria o Sudán del Sur.
El cambio climático y la degradación medioambiental también están generando desplazamientos de personas. Es el caso de Vanuatu (Oceanía). También países de centro América se están viendo afectados por la sequía. O en Bangladesh, donde su medio de subsistencia es la agricultura y como consecuencia de los cambios climáticos desaparece ese medio de vida. Y todas estas situaciones pueden ocurrir cada vez más, advierte Ferré.
¿Ha afectado la pandemia?
La natalidad, mortalidad y migración son las tres variables demográficas y ha sido en la fecundidad en la que menos y la mortalidad en lo que más ha afectado en la pandemia, explica López Gay. En 2020-2021 hubo siete millones y medio más de defunciones de lo que se esperaba y esto ha supuesto un descenso de la esperanza de vida. A pesar de ello, este aspecto es poco perceptible en los “grandes números de la población mundial”, asegura el demógrafo.
El mundo de los 8.000 millones es un reto, coinciden todos los expertos consultados. Serán las medidas o decisiones políticas que se tomen las que determinaran si se logra que cada uno de estos habitantes –o su gran mayoría- vivan en condiciones de justicia social y velando por minimizar las consecuencias del cambio climático.