El azor rojo (Erythrotriorchis radiatus), la rapaz más rara de Australia, se enfrenta a la extinción. La península del cabo York es ahora el único lugar en el estado de Queensland donde se sabe que hay poblaciones reproductoras. Chris MacColl, investigador de la Facultad de Ciencias de la Tierra y Medioambientales de la Universidad de Queensland ha dirigido una investigación publicada en Emu – Austral Ornithology, que ha descubierto la alarmante situación de este animal. El científico quedó conmocionado por la disminución de estas aves.
“Es endémica de Australia, por lo que no se encuentra en ningún otro lugar del mundo. Además, solo tiene un pariente cercano, el azor de Bürgers (Erythrotriorchis buergersi) que vive en Nueva Guinea. En cuatro décadas, la especie ha perdido un tercio de su área de distribución histórica”, explica MacColl a SINC.
Se trata de un depredador de primer orden, de modo que su presencia es crucial para el equilibrio de los ecosistemas y la protección de otras especies, según el investigador. “El animal garantiza que las especies situadas más abajo en la cadena alimentaria no se vuelvan excesivamente abundantes”.
Sin embargo, lo que lo hace especial que es una de las ‘especies paraguas’ más eficaces. “Esto significa que si creáramos reservas de conservación específicas para estos pájaros, protegerían indirectamente a muchas otras especies, ya que necesitan zonas de hábitat muy amplias para subsistir”, destaca el ambientólogo.
Esta clase de reservas protegería sobre todo “a animales de las sabanas tropicales en el norte de Australia, incluidas otras especies amenazadas como la cacatúa negra, el quoll norteño, la rata arborícola de patas negras y el loro de hombros dorados”, comenta.
Los resultados de la investigación muestran que el azor rojo “apenas resiste en el 30 % de las regiones en las que antes se sabía que habitaba”, lamenta el autor. La especie se considera extinta en Nueva Gales del Sur y en la mitad sur de Queensland.
El científico también identifica “un notable declive en el norte de Queensland, por lo que la península del Cabo York es el último lugar del estado donde se sabe que aún hay poblaciones reproductoras”. A este respecto, MacColl señala que “el Top End, las islas Tiwi y Kimberley son el último reducto que le queda al azor rojo, por lo que el norte de Australia es fundamental para su supervivencia”.
De extinguirse, “el norte de Australia perdería una especie emblemática capaz de conservar vastas zonas de hábitat tropical de sabana y la biodiversidad que vive en ellas”, advierte el investigador. “La salud de estos ecosistemas también se vería mermada sin los importantes servicios ecológicos que el azor rojo proporciona a través de sus comportamientos depredadores”.
MacColl considera urgente poner en marcha medidas para evitar la desaparición de este emblemático animal. “Las sabanas tropicales del norte de Australia, el último lugar donde se conserva la especie, son las más extensas e intactas del mundo”, menciona. Por este motivo, “aumentar las áreas protegidas en estos paisajes es esencial para la supervivencia de las poblaciones de azor rojo que quedan”.
No obstante, “la tala de estos hábitats está aumentando debido a la actividad minera, gasística y agrícola”, lamenta el ambientólogo. Además, para la correcta protección del rapaz “es necesario mejorar la gestión de los incendios y el control de las malas hierbas en sus zonas de cría”.
El profesor James Watson, coautor del trabajo, señala que “estos proyectos suponen un riesgo real para una especie como esta, teniendo en cuenta lo que hemos observado en toda su área de distribución oriental”. En este sentido, subraya que su drástica pérdida obliga a gobiernos y comunidades a ser proactivos en la conservación de los hábitats restantes.
La idiosincrasia del ave en el norte de Australia
Este singular rapaz ha cautivado durante mucho tiempo a los observadores de aves por su llamativo plumaje marrón rojizo, las marcadas puntas de sus alas, sus pesadas patas amarillas y sus enormes garras.
El equipo de investigación analizó cuatro décadas de avistamientos por parte de ciudadanos para descubrir las preocupantes tendencias. “Las amenazas que provocan el declive del azor rojo requieren más investigación, pero creemos que la pérdida y degradación del hábitat han desempeñado un papel clave”, declara MacColl.
Los autores respaldan los llamamientos a la Commonwealth para que modifique el estatus de conservación nacional de este azor de “vulnerable” a “en peligro”. Este cambio permitiría que pudiera recibir una mayor prioridad de conservación.