Según un nuevo estudio, 4.400 millones de personas, más de la mitad de la población mundial, no tiene acceso a agua potable gestionada de forma segura.
El nuevo informe solo examina el acceso al agua potable en países de renta baja y media, lo que significa que la cifra sería probablemente mayor si se tiene en cuenta el acceso deficiente en los países de renta más alta.
“La información de que disponemos apunta a unos índices de contaminación muy elevados”, afirma la investigadora principal del estudio, Esther Greenwood, del Instituto suizo de Tecnología de Zúrich (Suiza).
Los riesgos de beber agua contaminada
El agua potable insalubre entraña el riesgo de causar diversas enfermedades transmitidas por el agua, como el cólera, la disentería, la fiebre tifoidea y otras menos graves, como el norovirus.
El estudio de Greenwood, publicado por Science, fue llevado a cabo para rellenar las lagunas de datos existentes. La inteligencia artificial analizó observaciones por satélite e información obtenida a través de encuestas, con el fin de definir zonas de acceso seguro e inseguro al agua.
Además de constituir más de la mitad de la población mundial, los 4.400 millones de personas que no tienen acceso a agua potable son dos tercios de las que viven en países de renta baja y media. Según Greenwood, los resultados son conservadores, ya que se trata de muestras tomadas en un solo día y no a lo largo de periodos prolongados. “En realidad, las cifras podrían ser incluso más elevadas”, afirma.
Asia meridional y África subsahariana, las más afectadas
Según el informe, 1.200 millones de personas que viven en India, Afganistán, Bangladés, Bután, Irán, Maldivas, Nepal, Pakistán y Sri Lanka -más de la mitad de la población de la región- no utilizan agua potable gestionada de forma segura.
Más del 80 por ciento de los habitantes del África subsahariana -una región con más de 1.100 millones de habitantes- no tienen acceso a agua gestionada de forma segura segura. Lo mismo ocurre en regiones de Oceanía (excluidas Australia y Nueva Zelanda) y el sudeste asiático, donde alrededor del 75 por ciento están afectadas.
La bacteria E. coli, indicador de contaminación
El análisis utilizó la bacteria Escherichia coli como indicador indirecto de contaminación. La E. coli se asocia a enfermedades diarreicas y se contrae tras la exposición a agua y alimentos contaminados. Los adultos sanos suelen experimentar síntomas leves y se recuperan rápidamente, pero los niños y las personas mayores corren el riesgo de desarrollar insuficiencia renal y morir.
El agua contaminada con E. Coli causó un brote de norovirus en Italia este verano boreal, y provocó que varios atletas enfermaran tras nadar en el río Sena durante los Juegos Olímpicos de este año.
Contaminantes de aguas subterráneas e industria
La bacteria E. coli no es la única causa potencial de contaminación del agua. Aunque es estudio no los incluye, los niveles de arsénico y flúor también se utilizan para controlar la contaminación química del agua.
Ambas sustancias son de origen natural, y su consumo excesivo puede ser tóxico. Un estudio de 2023 estimó que alrededor de 100 países estaban afectados por la contaminación por flúor (superior a 1,5 mg/l) en sus aguas subterráneas.
Los mismos investigadores descubrieron que 230 millones de personas -la mayoría en Asia- corrían el riesgo de sufrir contaminación por arsénico en sus aguas subterráneas. Aunque los contaminantes pueden ser de origen natural, ya que más del 80 por ciento de la contaminación de las aguas subterráneas por flúor y arsénico se atribuye a procesos geológicos, el uso industrial de productos químicos y la combustión de carbón también pueden contribuir a la contaminación del agua.
Una de cada dos personas sospecha que su agua es nociva
Los habitantes de las zonas rurales más pobres suelen tener las mayores dificultades para acceder al agua potable. Casi 500 millones de personas en todo el mundo recogen agua de pozos, ríos, estanques y lagos no protegidos, según estimó la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 2022.
Los datos también muestran que las personas que viven en pueblos y ciudades con bajos ingresos, o en asentamientos informales o ilegales, también tienen menos acceso a fuentes mejoradas de agua potable en comparación con otros residentes.
La confianza mundial en la seguridad del agua es baja. Otro estudio revela que una de cada dos personas cree que sus fuentes de agua potable podrían causarle daños graves si se consumiera. “No basta con que el agua fluya por los grifos. La gente tiene que confiar en su agua”, sentencia Sera Young, antropóloga de la Universidad Midwestern de Illinois (EE.UU.).
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