Luego de 15 años, confirmaron el regreso de “Mochita”, una ballena emblemática, a Península Valdés. Fue una de las primeras ballenas identificadas y estudiadas por el Instituto de Conservación de Ballenas.
Mochita es un símbolo de supervivencia, porque a pesar del corte en su aleta caudal pudo navegar las aguas del Atlántico Sur y convertirse en madre muy joven.
Fue uno de los primeros ejemplares identificados y seguidos por el doctor Mariano Sironi cuando realizaba sus estudios doctorales a fines de los años 90.
“Es una gran alegría para todo nuestro equipo y para la gran ‘familia de adoptantes de ballenas’ volver a tener noticias de ella y compartir esta emoción con ustedes”, expresaron desde el instituo.
El regreso de Mochita: la historia de la ballena única
Mochita fue identificada por primera vez en 1999, año en que nació, durante un relevamiento aéreo cuando nadaba, en aguas del Golfo Nuevo, junto a su madre (la ballena número 1398 del catálogo de ballenas francas foto identificadas en Península Valdés).
Al año siguiente, detectaron a las dos en el Golfo San José y a las pocas semanas, Mochita ya destetada inició su vida como juvenil independiente. El nombre se debe a que Sorino detectó que le faltaba la punta derecha de su aleta caudal.
Si bien no pudo determinarse fehacientemente la causa, podría deberse a un ataque de orcas o a un desafortunado encuentro con la hélice de una embarcación.
Durante varios meses, él pudo monitorearla desde los acantilados cercanos a la Estación de Investigación del Golfo San José y estudiarla como parte de su tesis doctoral sobre el comportamiento y desarrollo social de las ballenas juveniles.
A través de los relevamientos aéreos de Foto identificación, en 2006 la registraron cuando tenía 7 años junto a su primera cría, llamada “Medialuna”, debido a la notoria mancha blanca en su cola. Luego se la vio en 2009 junto a su segunda cría, y ahora en 2024 regresa con una nueva cría a Península Valdés.
Cómo la detectaron
El 30 de octubre, los investigadores del ICB Nicolás Lewin y Camila Muñoz Moreda realizaban relevamientos fotográficos para el proyecto “Midiendo Ballenas” en aguas cercanas a las playas del Doradillo en Puerto Madryn, cuando captaron a través del drone una ballena que les llamó la atención.
Le faltaba una parte del lóbulo derecho de su aleta caudal y su lomo tenía manchas de pigmentación grisácea. Ambos conocían la historia de Mochita, famosa por estos rasgos únicos y por ser parte del Programa de Adopción.
“Avistarla nuevamente en la zona, acompañada de una nueva cría, es símbolo de esperanza y resiliencia”, expresaron desde la organización. A pesar de su lesión de origen desconocido pudo crecer sana y convertirse en madre, teniendo al menos tres crías conocidas.
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