Es difícil lograr que dos tamanduás se apareen. Son animales huraños a los que les lleva tiempo consolidar una pareja y además, no quedan muchos ejemplares en Uruguay. Pero el miércoles pasado por la mañana ocurrió un hecho histórico: nació el primero en cautiverio de Uruguay, informa El Observador.
El coordinador del Bioparque M’Bopicuá de Río Negro, Juan Villalba, explicó que se trata de un hecho inédito en el país que el animal, también conocido como oso hormiguero chico o melero, haya nacido en el parque. Todo surgió cuando los funcionarios de la reserva observaron que un macho y dos hembras interactuaban por entre las mallas que separaban a los recintos donde habitan.
Estos espacios son grandes e intentan emular el ambiente natural, por lo que encontrar a dos tamanduás olfateándose entre las mallas era una situación para aprovechar. Además, uno de los objetivos de la reserva es aparear a todas las especies para luego reinsertarlas en la naturaleza. En este sentido, ya se han liberado coatíes y yacarés, por ejemplo.
Entonces, los encargados de la reserva decidieron juntarlos en un mismo espacio para observar su reacción. Fue así que un día notaron que una de las hembras estaba en período de gestación, lo que finalmente terminó en el nacimiento de “Pereira”. El nombre de la cría fue elegido en referencia a Punta Pereira, lugar donde se inauguró la planta papelera de Montes del Plata, empresa que financia esta reserva como parte de su trabajo de responsabilidad social. Aún no se sabe si es hembra o macho, ya que los genitales externos de la especie son parecidos en ambos sexos, explicó Villalba.
Por lo general, es difícil que un oso hormiguero chico viva por mucho tiempo en esta región, explicó Villalba, ya que son típicos de lugares tropicales. Lo máximo que el coordinador de la reserva recuerda que vivió un tamanduá en cautiverio en Uruguay son 10 años.
El tema es que estos animales tienen una dieta especial. Se alimentan de hormigas y lo hacen por la noche, algo que en algunos zoológicos no se respeta. En M’Bopicuá les dan una mezcla que incluye diferentes nutrientes, pero una vez por semana se les lleva un hormiguero para que puedan tener lo que se conoce como enriquecimiento ambiental, estímulos para que el animal desarrolle conductas propias de su especie.
“Ahora empezamos a recoger el fruto del trabajo de darles un ambiente amplio con alternativas de enriquecimiento” explicó Villalba. Dentro de los recintos donde viven, los tamanduás tienen troncos huecos donde meterse, rocas, pequeños estanques y refugios calefaccionados con luz infrarroja y hasta aire acondicionado, para los más afortunados de los seis ejemplares de M’Bopicuá.
Parte de la política del parque tiene que ver con no sacar a los animales de su ambiente natural. Recogen a aquellos que nacen en pueblos o ciudades y también han recibido algunos de otros zoológicos, hecho que Villalba destacó como positivo por la colaboración entre las diferentes reservas y establecimientos para darle una mejor ubicación a los animales.
Uno de los seis tamanduás que actualmente viven en M’Bopicuá fue rescatado de una comisaría en Artigas, por ejemplo. Era la semana de carnaval y los vecinos denunciaron que el animal rondaba por la ciudad. Por eso, la policía no tuvo más remedio que utilizar el calabozo de la seccional para mantenerlo hasta que el personal de la reserva fuera a levantarlo, lo que fue un problema ya que en esa época del año esos espacios de reclusión se vuelven más necesarios de lo habitual, relató Villalba.
Para estos animales es una suerte que se denuncie cuando rondan las zonas urbanas ya que según contó Villalba es común que sean atacados por perros o que mueran atropellados en las carreteras. En Brasil, por ejemplo, son de los animales que más mueren en las rutas, ya que tienen un caminar lento que les impide huir cuando un vehículo se aproxima.
Si bien estos animales, que se parecen mucho a un oso hormiguero con pelaje amarillo y una mancha en forma de “chaleco” en su lomo, no están en peligro de extinción en Uruguay se sabe poco sobre cuántos son y dónde viven. Por eso, es necesario protegerlos y un grupo de científicos uruguayos están trabajando en definir cuáles serían las zonas idóneas para que habiten y así poder estudiarlos.
El bioparque abarca alrededor de 150 hectáreas y alberga a 490 especímenes de 55 especies diferentes. Además, es el único miembro de la Asociación Mundial de Zoológicos y Acuarios (WAZA) de Uruguay. M’Bopicuá está cerrado al público, excepto por las visitas escolares que se realizan entre marzo y setiembre, por lo que todavía hay tiempo para conocer al tamanduá de cinco días de vida.