El turismo antártico ha experimentado un auge en los últimos años, y el remoto continente atrae a un número récord de turistas. En 2024, la asombrosa cifra de 122.000 personas que viajaron a la Antártida supuso un enorme aumento con respecto a los 44.000 visitantes registrados en 2017.
La gran mayoría de los turistas que viajan con la Asociación Internacional de Operadores Turísticos de la Antártida (IAATO) llegan en crucero. Solo el 1% llega al continente en avión.
Cruceros de lujo: accesibilidad y control
Los cruceros de lujo han hecho que el destino sea accesible a una mayor variedad de personas y ahora es una firme aventura de la lista de deseos de muchos. Existen normas que controlan la frecuencia, la duración y el número de personas que visitan cualquier yacimiento de la región, con un máximo de 100 personas autorizadas a desembarcar en un yacimiento a la vez.
Mientras que, en términos de cruceros, un barco con menos de 270 pasajeros se considera pequeño, en la Antártida cualquier barco con 150-270 pasajeros se considera grande, ya que no todos pueden desembarcar a la vez. Muchos barcos de lujo con más de 200 huéspedes realizan más de un desembarco al día.
Impacto ambiental del turismo antártico
El rápido aumento del turismo antártico ha dejado a los expertos preocupados por las consecuencias medioambientales. La presencia humana en este frágil ecosistema conlleva una miríada de riesgos diferentes. Los conservacionistas afirman que el aumento del tráfico turístico ya está teniendo repercusiones en la Antártida.
Investigadores de la Universidad de Santiago de Chile han descubierto que el blanco cegador del paisaje helado del continente se está ennegreciendo.
La nieve que rodea los puntos de desembarco de turistas y las estaciones de investigación se ha ido oscureciendo cada año. Confirmaron que esta dramática anomalía está siendo causada por el carbono negro producido por los barcos, helicópteros, aviones, camiones y generadores diesel que los humanos llevan a la Antártida.
Una nieve más oscura significa que ésta se derrite más rápido, y los investigadores calculan que cada visitante hace que la Antártida pierda unas 83 toneladas de nieve. Ellos también llevan vehículos al continente blanco, por lo que es innegable que tienen un impacto, pero los turistas también contribuyen al problema.
Las emisiones de carbono de los cruceros también son un problema. El viaje turístico medio a la Antártida genera 5,44 toneladas de emisiones de CO2 por pasajero, o 0,49 toneladas por pasajero y día. Todo ello contribuye al calentamiento global, que impulsa el aumento de las temperaturas en el continente. Este mismo año, los científicos observaron una ola de calor en la Antártida en la que las temperaturas alcanzaron 10ºC por encima de la media.
Medidas para minimizar el impacto ambiental
Algunas compañías de cruceros intentan reducir el impacto ambiental de los viajeros que llevan a la Antártida. Quark ofrece expediciones “pequeñas” con experiencias más inmersivas y buques que pueden viajar a zonas remotas no masificadas por los grandes cruceros.
“La sostenibilidad está en el centro de todo lo que hacemos en Quark Expeditions”, afirma Lyndsey Lewis, responsable de sostenibilidad de la empresa. “Informa de cómo funcionamos dentro de nuestra organización, diseñamos y ejecutamos nuestras expediciones, y nos comprometemos con los entornos prístinos que tenemos el privilegio de explorar”, añade Lewis.
Para los pasajeros de los cruceros de Quark y otros miembros de la IAATO, hay una sesión informativa obligatoria sobre la protección de la Antártida. Incluye datos sobre cómo descontaminar las botas antes de subir a bordo, cómo aspirar semillas u otros materiales extraños de la ropa y, en general, cómo limpiar el equipo para evitar la contaminación de la Antártida.
En la actualidad, esto incluye también la protección frente a la creciente amenaza de gripe aviar en la región. Tras importantes brotes en Sudamérica, el virus se detectó por primera vez en la Antártida a finales de 2023 o principios de 2024. Limitar la propagación es vital para evitar el colapso de las aisladas poblaciones de fauna salvaje del continente.
Facilitar la investigación en regiones remotas también es uno de los objetivos de la empresa de viajes. “Colaboramos activamente con investigadores y conservacionistas acogiéndolos a bordo de nuestros buques y facilitándoles el acceso a algunas de las zonas más remotas del Ártico y el Antártico“, añade Lyndsey.
Quark afirma que lleva 13 años colaborando con Penguin Watch, una iniciativa centrada en el estudio de la ecología de los pingüinos y el desarrollo de estrategias prácticas de conservación. Los investigadores alojados a bordo de los buques de la compañía han realizado recuentos de colonias de pingüinos, recopilando datos fundamentales y compartiendo sus conocimientos con los pasajeros.
Foto de portada AP Photo/Brian Witte
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