Las perturbaciones provocadas por el cambio climático causan cada año niveles récord de trastornos, enfermedades y miseria a millones de personas en Europa. Las inundaciones generalizadas y las intensas olas de calor forman parte de una nueva normalidad a la que los países deben adaptarse de manera rápida, resiliente y prioritaria: las muertes prematuras.
El futuro es muy claro: inviernos cada vez menos rigurosos y estrés térmico extremo en toda Europa, con veranos prolongados desde junio hasta septiembre/octubre, marcados por olas de calor recurrentes, incendios forestales, sequías, desertificación e inundaciones.
Riesgos y preparación de la ciudadanía
Los expertos aseguran que una de las preocupaciones deriva de que muchos ciudadanos y algunos profesionales sanitarios aún tienen una percepción de ‘bajo riesgo’ respecto a los peligros de los golpes de calor. Por ello, es fundamental que los sistemas de alerta temprana estén diseñados para concienciar sobre la realidad e inminencia de estos fenómenos meteorológicos extremos y fomentar la preparación de la ciudadanía.
Que el cambio climático mata no es una novedad. Diversos fenómenos meteorológicos extremos con resultados fatales se han atribuido al calentamiento global con estudios científicos rigurosos que han mostrado una relación de causa y efecto.
Pero aparte de estas catástrofes naturales, el aumento de la temperatura media global también es una amenaza para la vida de muchas personas.
Barcelona: nivel máximo de riesgo en muertes prematuras
Un nuevo estudio internacional de modelización computacional cuantifica el aumento de este peligro en las ciudades europeas: para finales de este siglo, las muertes debidas a las temperaturas podrían crecer en un 50%, añadiendo un total de 2,3 millones.
Organismos y medios suelen divulgar cifras variadas del riesgo de mortalidad por el cambio climático, surgidas de diversos estudios científicos.
El Sexto Informe de Evaluación del Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC) proyectaba un aumento de 250.000 muertes prematuras anuales para 2050 debido al calor, la desnutrición y enfermedades como la malaria o la diarrea.
Un informe de 2024 de World Weather Attribution contabilizaba más de medio millón de muertes en las dos últimas décadas por fenómenos meteorológicos extremos agravados por el cambio climático.
Aumento de la mortalidad por temperaturas extremas
Lo habitual hoy es que el frío cause muchas más muertes que el calor: un estudio de 2024 codirigido por los españoles David García-León y Juan-Carlos Ciscar, del Centro Común de Investigación de la Comisión Europea (JRC), estimaba en 407,000 las muertes actuales en Europa cada año debido a las temperaturas; pero de estas, unas 363,500 se deben al frío y solo 43,700 al exceso de calor.
Sin embargo, esto cambiará y será peor si no se recortan drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) responsables del cambio climático. Un nuevo estudio predice la evolución de la mortalidad debida a las temperaturas en 854 ciudades de 30 países del continente desde 2015 hasta 2099.
Según los resultados, publicados en Nature Medicine, las muertes por frío disminuirán con la subida de las temperaturas, pero las debidas al calor se dispararán, resultando en un aumento neto del 50% en la mortalidad por esta causa, con un exceso de fallecimientos que sumará un total acumulado de 2,345,410 a finales de siglo.
Disparidades regionales en Europa
No todas las regiones europeas se verán afectadas por igual. En las islas británicas y los países escandinavos, el aumento de las temperaturas reducirá las muertes por frío, resultando en una disminución neta de la mortalidad en esas zonas.
En contraste, el Mediterráneo, Europa central y los Balcanes son las áreas más vulnerables al crecimiento de las muertes por calor. España vería su mortalidad por temperaturas aumentar en torno a un 80%, superando el 50% del total europeo.
Entre las ciudades europeas, Barcelona destaca negativamente, con un exceso de mortalidad de 246,082, muy por encima de la segunda urbe más afectada, Roma, con 147,738. Madrid sería la cuarta en incremento de mortalidad, con 129,716, y Valencia ocuparía el séptimo lugar, con 67,519 muertes acumuladas añadidas.
Medidas de adaptación y mitigación
Los resultados del estudio “desmontan teorías sobre efectos beneficiosos del cambio climático”, dice el director del trabajo, Antonio Gasparrini, de la LSHTM. Los escenarios más favorables sugieren que al menos dos terceras partes de las muertes podrían evitarse con una reducción considerable de las emisiones de GEI.
En ausencia de estos recortes, ninguna medida de adaptación al calor logrará evitar un notable aumento de la mortalidad.
Las acciones de adaptación, como la climatización, la reducción del tráfico o la expansión de las zonas verdes, podrían reducir el riesgo hasta en un 50%, pero esto no revertiría el aumento de la mortandad en el peor de los escenarios, que aún arroja un exceso de 268,000 muertes. “Siguiendo un camino más sostenible, podríamos evitar millones de muertes antes del fin de siglo”, concluye Masselot.
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