Planean construir una carretera que atraviese el ‘Parque Nacional Llanganates’, un humedal con especies únicas en el planeta

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En el corazón del Parque Nacional Llanganates, que abarca las provincias ecuatorianas de Cotopaxi, Napo, Pastaza y Tungurahua, se pueden hallar más de 50 especies de mamíferos, casi 200 de aves, 23 de anfibios y reptiles, y un millar de plantas diferentes.

Muchas de estas especies son endémicas, por lo que solo se las puede encontrar en el humedal del parque. Además, los expertos creen que hay muchas más especies aún no documentadas, por lo que su protección y preservación debe ser una prioridad nacional.

En Ecuador, las autoridades provinciales promueven la apertura de una carretera a través del Parque Nacional Llanganates. Este sitio cuenta con endemismo y biodiversidad comparable a la de Galápagos, según Gorki Ríos, biólogo e investigador.

Además, el complejo de lagunas del parque fue declarado Humedal de Importancia Internacional bajo la Convención de Ramsar en 2008, por proporcionar hábitat a más de 20 especies de aves migratorias, como el chorlo mayor de patas amarillas (Tringa melanoleuca).

El Parque Nacional Llanganates (PNLl) protege 219 707 hectáreas de bosque primario andino y páramo, entre los 1200 y los 4500 metros de altura. Está ubicado entre las provincias de Cotopaxi, Tungurahua, Napo y Pastaza, en el centro del país.

En la parte alta del parque, se pueden observar osos andinos (Tremarctos ornatus) alimentándose de achupallas, venados (Odocoileus virginianus) caminando en el páramo y bandadas de hasta ocho cóndores (Vultur gryphus) sobrevolando, según un guardaparques que prefiere mantenerse en el anonimato.

Controversias y retos de conservación en el Parque Nacional Llanganates

Con la carretera, se busca unir la ciudad de Salcedo, en la provincia andina de Cotopaxi, con la ciudad de Tena, en la provincia amazónica de Napo.

En noviembre de 2024, un grupo de seis personas, conformado por especialistas en geología y topografía, y por guías y guardaparques, realizó una expedición a pie desde Cotopaxi hacia Napo para evaluar la viabilidad de la construcción de la carretera.

La noticia de la construcción de la carretera ha levantado alertas entre entidades dedicadas a la conservación. Unas 28 organizaciones, lideradas por World Wildlife Fund (WWF) y Wildlife Conservation Society (WCS), emitieron un comunicado pidiendo a los gobiernos nacional y subnacionales detener el proyecto de carretera y asegurar la conservación del Parque Nacional Llanganates.

Aunque, según el Código Orgánico del Ambiente, el Estado ecuatoriano se compromete a “asegurar la intangibilidad de las áreas naturales protegidas”, en febrero de 2024, la entonces ministra de Ambiente, Sade Fritschi, se reunió con Tibán “para revisar estudios de la Salcedo-Tena”, de acuerdo con una publicación realizada en las redes sociales del Ministerio de Ambiente, Agua y Transición Ecológica (MAATE).

Impactos Ambientales y Preocupaciones

Sebastián Valdivieso, director de la organización WCS Ecuador, señala en una entrevista con el portal Mongaby que “en un lugar cerrado y aislado, abrir una vía comunica con las presiones externas. Es como cuando te lastimas, hay una herida”.

Actualmente, una vía de tercer orden y de bajo uso se adentra en el parque nacional. Faltan unos 40 kilómetros para conectar esa carretera con Tena, dijo Tibán a un medio local. La nueva obra tendría unos 10 metros de ancho, de acuerdo con información que recibió el guardaparques.

Unos 400 000 metros cuadrados de vegetación de páramo y bosque tendrían que ser retirados para iniciar la construcción. “Cuando haya impactos que dañen los páramos y estos liberen materia orgánica, habremos eliminado una de las principales herramientas para luchar contra el cambio climático”, advierte Valdivieso. Los páramos capturan carbono, el principal gas de efecto invernadero.

La fragmentación de hábitats también causa el efecto borde, un fenómeno en el que se dan una serie de cambios tras la deforestación, como el cambio en la temperatura y en la humedad. Mientras algunas especies se benefician, otras no, lo que causa un desequilibrio en el ecosistema.

Al guardaparques le preocupa que el uso de maquinaria pesada, el posible uso de explosivos para abrir la carretera entre la escabrosa topografía del parque y la posterior afluencia de vehículos ahuyenten a la fauna silvestre.

Por otro lado, con la construcción de vías comienzan los procesos de colonización. A lo largo de la vía Guamote – Macas, que cruza el Parque Nacional Sangay y une los Andes con la Amazonía en el sur del país, se ha observado un paulatino cambio de uso de suelo. La vegetación natural ha sido retirada para poner chacras, ganado y casas.

Aumento de la cacería ilegal

Gorki Ríos menciona que entre la apertura de la carretera y el afianzamiento de la ocupación humana, se dan muchas incursiones para recolectar o cazar. En el Llanganates hay árboles maderables de especies como arrayanes, podocarpus o motilón. También hay una gran diversidad de orquídeas.

WCS Ecuador estudió el impacto de la apertura de la carretera Maxus, que penetra alrededor de 180 kilómetros en el Parque Nacional Yasuní, al noreste del Llanganates. Esta carretera fue construida en 1992 para facilitar la extracción petrolera en el denominado Bloque 16. “Uno de los principales cambios ha sido la intensificación de la cacería de animales”, se lee en un boletín de WCS publicado en 2007.

Esto sucede, explica Valdivieso, porque la capacidad de caza de los pobladores amazónicos es igual a su capacidad de caminar y cargar la presa. Con las carreteras y el uso de vehículos, ambas barreras disminuyen, facilitando la extracción de mayores cantidades de animales.

En Ecuador, los miembros de los pueblos y nacionalidades indígenas pueden cazar para su autoconsumo solo dentro de sus territorios ancestrales. Fuera de esta excepción, la extracción, transporte, tenencia y venta de flora y fauna silvestre son delitos tipificados en el artículo 247 del Código Orgánico Integral Penal (COIP).

“No sabemos si ese fenómeno se va a repetir en la carretera Salcedo – Tena”, reconoce Valdivieso. En la parte alta se ha registrado cacería furtiva de venados, aunque no ha sido un problema frecuente, explica. “Hacia la Amazonía sí hay comunidades que tienen cacería; pueden ver a la carretera como un medio que facilita sacar el producto”, añade.

El Llanganates y el ciclo del agua

Daniela Rosero, ecohidróloga e investigadora de la Universidad San Francisco de Quito, explica que la peculiaridad del Llanganates es que, a diferencia de otros parques, no hay grandes volcanes que conformen barreras hidrológicas. “Aquí el agua puede hacer lo que sea antes de caerse o evaporarse. Es la cuenca amazónica a escala”, asegura.

En la zona alta existen páramos de gran endemismo e importancia hidroecológica. La cordillera que conforma el parque tiene una serie de lagunas que “controlan, regulan y mantienen el agua”. También hay un bosque de páramo rodeado de neblina. Por estas características, estos páramos son considerados como los más húmedos de la cordillera de los Andes.

En esta zona nacen los caudales que conforman el río Napo, uno de los principales afluentes del Amazonas. El agua que baja a la Amazonía regresa a los Andes por la acción de los vientos y en forma de vapor de agua.

Las corrientes de agua aéreas chocan con el bosque piemontano, provocando lluvias. Estas humedecen la pendiente entre los Andes y la Amazonía, dando lugar a una vegetación exuberante y a hongos que retienen el líquido y lo direccionan hacia el interior de las montañas para que nuevamente salga como ojos de agua y ríos cristalinos en la Amazonía.

Riesgo de alteración hídrica

Daniela Rosero, ecohidróloga e investigadora de la Universidad San Francisco de Quito, explica que “la particularidad” del Llanganates es que, a diferencia de otros parques, no hay grandes volcanes que conformen barreras hidrológicas. “Aquí el agua puede hacer lo que sea antes de caer o evaporarse. Es la cuenca amazónica a escala”, asegura.

En la zona alta del parque existen páramos “de gran endemismo e importancia hidroecológica”. La cordillera que conforma el parque posee una serie de lagunas que “controlan, regulan y mantienen el agua”. Además, hay un bosque de páramo rodeado de neblina. Estas características hacen que estos páramos sean considerados como los más húmedos de la cordillera de los Andes.

Impacto de la construcción de infraestructura

Hasta el momento, gracias a la compleja topografía de la zona y a las actividades de protección, la dinámica del agua en esta zona se ha desarrollado sin mayores perturbaciones. “Si se empieza a hacer una estructura, se va a buscar secar la zona”, dice Rosero.

Se impermeabilizará el trazado de la carretera y se construirán zanjas para evitar que el agua fluya por la vía, pero eso también provocará que el agua deje de seguir los caminos subterráneos que antes tomaba. Al cortar o desviar los flujos naturales del agua, se puede acelerar o ralentizar su velocidad para llegar a los ríos, afectando a los ciclos de evaporación. “Justamente por eso experimentamos cambios en el clima”, asegura la especialista.

Además, la construcción y el tráfico vehicular pueden ocasionar contaminación que impacte a las comunidades cercanas que dependen del agua del páramo y a Tena, una ciudad turística donde se realizan deportes acuáticos como rafting o kayak. “Es como dispararse en el pie”, exclama Rosero.

Biodiversidad Amenazada

Abrir una carretera en esta zona “compromete una cantidad de información biológica de la que no se tiene conocimiento. Los impactos son comparables y podrían ser peores que abrir una carretera en las Galápagos”, dice Gorki Ríos, biólogo.

El especialista explica que la compleja topografía del Llanganates provoca la existencia de microhábitats y aislamiento. Esto ha resultado en que en distancias cortas, las especies se diferencien a lo largo de miles de años, generando un gran endemismo. “Hay muchas zonas donde no se debería ingresar porque prácticamente son museos vivientes”, asegura.

Más de 400 especies de aves han sido registradas en esta zona, por lo que el parque es considerado un Área de Importancia para las Aves (IBA). El guarro (Caracara plancus) es una de las especies que habita el Llanganates.

Especies en peligro

Ríos, que estudia cómo el territorio influye en la presencia de mamíferos terrestres medianos y grandes, explica que los grandes mamíferos serían algunas de las especies más amenazadas. Pumas (Puma concolor), jaguares (Panthera onca) y osos andinos (Tremarctos ornatus) sufrirían por el fraccionamiento de sus territorios, pues necesitan amplias áreas para desarrollarse con normalidad.

Además, menciona que el tapir de montaña (Tapirus pinchaque), catalogado en Peligro Crítico en el Libro Rojo de Mamíferos del Ecuador, prefiere hábitats con topografía menos pronunciada. Estos territorios podrían coincidir con el trazado de la carretera, dejándolo sin hogar.

Mientras las carreteras representan conexión social y económica para los seres humanos, son barreras para los animales. Aves, insectos, anfibios y ciertas especies de mamíferos tendrían dificultades para cruzar los 10 metros de carretera y otros podrían convertirse en víctimas de atropellamientos. Los 20 guardaparques que trabajan en el Parque Nacional Llanganates no tendrían la capacidad para evitar todos estos impactos. “Va a ser imposible”, confirma el guardaparques.

WCS, por otro lado, está trabajando en la creación de un corredor de conectividad entre el parque y la Reserva de la Biósfera del Yasuní. “Pero para que el sistema de conectividad funcione entre la parte alta de los Andes, las estribaciones orientales y la parte baja amazónica es fundamental que mantengamos todo”, concluye Valdivieso.

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