Crean un material a base de hongos que podría revolucionar la construcción

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El micelio, la red de filamentos que conforma la parte vegetativa de los hongos, está ganando protagonismo en la arquitectura, el diseño de interiores y la construcción.

Esta tendencia, denominada “micotectura”, aprovecha la capacidad del micelio de crecer sobre sustratos orgánicos, actuando como un adhesivo natural que cohesiona distintos materiales.

La mezcla resultante se moldea en diversas formas, creando ladrillos, tabiques, placas acústicas, mobiliario e incluso elementos decorativos. Una vez alcanzada la densidad y estructura deseada, el material se deshidrata para detener su crecimiento.

Además de su versatilidad, el micelio tiene propiedades únicas: puede autorrepararse y replicarse. Su resistencia se potencia mediante la integración de otros materiales como metales y melanina, ampliando sus aplicaciones.

Un recurso ecológico para la construcción

Uno de los mayores beneficios del micelio es su capacidad de capturar dióxido de carbono (CO2) durante su crecimiento, contribuyendo a la compensación de carbono en la construcción. En algunos casos, el material llega a secuestrar carbono, reduciendo las emisiones generadas por materiales convencionales como el hormigón y el plástico.

Teniendo en cuenta que el entorno construido es responsable del 40% de las emisiones de CO2, según la Comisión Europea, la incorporación de este material supondría una ventaja clave para la arquitectura del futuro.

Resistencia y durabilidad

El micelio se destaca por ser ligero, ignífugo, aislante térmico y acústico. Su producción se basa en residuos orgánicos como paja, serrín o restos agrícolas, alineándose con los principios de la economía circular.

A diferencia de otros biomateriales, el micelio se autoensambla, reduciendo residuos de fabricación. Su capacidad de crecer en moldes con formas arquitectónicas permite una producción más eficiente y sustentable.

Aplicaciones en interiorismo y construcción

La investigadora Jane Scott, líder del grupo Textiles Vivos en la Universidad de Newcastle, destaca que el micelio crece rápidamente y forma enlaces extremadamente resistentes. Su equipo ha desarrollado BioKnit, un proyecto de compuestos textiles de micelio para redefinir los interiores.

Entre sus avances, lograron crear Mycocrete, una pasta que se inyecta en tubos de tejido sin perder forma. Este material facilita la construcción de estructuras ligeras y sostenibles, alcanzando hasta 3 metros de altura con pruebas exitosas en resistencia a tracción, compresión y flexión.

Scott explica que al incorporar tejidos de punto 3D, el rendimiento mecánico del micelio mejora significativamente, aumentando su resistencia.

Desafíos y limitaciones los hongos en la construcción

El micelio tiene una resistencia limitada, por lo que su uso estructural aún requiere combinaciones con otros materiales. Según Muñoz, los refuerzos naturales o híbridos podrían permitir, en el futuro, soluciones más robustas.

Hoy, el micelio no tiene la capacidad de soportar estructuras de múltiples pisos, dado que su resistencia a la compresión es de aproximadamente 0,2-1 MPa, comparado con los 30 MPa del hormigón.

La importancia de la selección de especies

No todos los hongos crecen con filamentos adecuados para la producción de materiales constructivos. Shea explica que la selección de especies es clave para obtener un micelio eficiente.

Algunas variedades prosperan mejor con determinados sustratos orgánicos: mientras unas crecen mejor con paja, otras se desarrollan óptimamente en aserrín o hojas de maíz.

Para Mycocrete, los investigadores han utilizado Ganoderma lucidum y han experimentado con Trametes versicolor, buscando especies de crecimiento rápido para reducir la contaminación en cultivos no estériles.

La modificación genética también ofrece nuevas oportunidades. Según Muñoz, la biología sintética permite ajustar el crecimiento, densidad, resistencia al fuego y humedad de los hongos, ampliando su potencial en construcción.

Explorando el micelio en el espacio

El micelio podría ser clave en la construcción de hábitats fuera de la Tierra, reduciendo costos al fabricar estructuras en el destino, en lugar de transportarlas desde la Tierra.

El proyecto Mycotecture Off Planet de la NASA, liderado por Lynn Rothschild, propone generar estructuras a partir de hongos en la Luna y Marte. La idea es que los exploradores desplieguen una estructura inicial, añadan agua y permitan que los hongos crezcan hasta formar un hábitat funcional.

En su tercera fase, el equipo Myco-NIAC ya prueba materiales fúngicos en la Estación Espacial Internacional, buscando validar su resistencia en entornos extremos.

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