Con una nueva generación de 70 cabritos en 2020, el bucardo firma su gran regreso en los Pirineos franceses, de donde desapareció hace más de un siglo, gracias a un proyecto de colaboración entre Francia y España.
“Por ahora podemos calificar la operación de exitosa”, se felicita Jérôme Lafitte, encargado de la misión Fauna del Parque Nacional de los Pirineos (PNP), donde se localizaron 41 cabritos. El resto se halla en el Parque Regional de los Pirineos del Ariège.
Lafitte enumera las variables que invitan al optimismo: “una muy buena reproducción desde hace varios años y varios casos de gemelos, cosa que solo se ve en poblaciones muy dinámicas”, así como “una muy buena supervivencia de los jóvenes cabritos, que superan el invierno”.
En 1910, dos grandes bucardos fueron abatidos en esas montañas, poniendo fin a la existencia de la “capra pyrenaica pyrenaica” de lado francés. Casi un siglo más tarde, el 6 de enero de 2000, se halló muerta la última hembra en territorio español, firmando el fin oficial de esta subespecie del bucardo ibérico.
Pero España seguía contando con especímenes primos, las “capra pyrenaica victoriae”, lo que alimentaba la esperanza de una reintroducción en los Pirineos franceses.
Pero “hasta 2012, España se negó a entregarnos bucardos”, explica Jean-Paul Crampe, miembro del comité científico del PNP. “Temían ver a un animal exclusivamente español salir de las fronteras para ser explotado por los vecinos. Además algunos científicos estimaban que solo la ‘pyrenaica pyrenaica’ debía vivir en el macizo pirenaico”.
Por su parte, España trató de resucitar esta subespecie: “en 2010, lograron el nacimiento de un cabrito clonado, pero solo sobrevivió unos minutos”.
Para superar las reticencias de las autoridades españolas, Francia se comprometió a no cazar el bucardo e “inscribió al bucardo ibérico en la lista de especies protegidas”, según Crampe.
Finalmente, España dio luz verde y entre 2014 y 2019 se soltaron 226 bucardos ibéricos procedentes del Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama (cerca de Madrid) en el macizo francés y 131 en el Parque Nacional de los Pirineos.
Esta victoria para la biodiversidad también busca ser un motor para el turismo de la región.
“Hay una buena respuesta del público. Son animales majestuosos y es emocionante observarlos. El bucardo favorece la economía turística de la montaña”, afirma Matthieu Cruège, que dirige el Parque Regional de los Pirineos del Ariège.
Los cazadores por su parte destacan el “placer de ver” estos animales, según el director de su Federación en el Ariège, Jean Guichou, quien confía en que “quizás un día, cuando el bucardo ibérico sea suficientemente abundante, mis hijos o nietos podrán de nuevo cazar algunos ejemplares”.
Mientras se prevé una nueva operación este año para soltar a individuos en los Pirineos Atlánticos, Crampe anticipa que “en los próximos 30 años se verán bucardos por todos los Pirineos”. “Es una especie popular. Y es menos difícil de reintroducir que el oso o el lobo”.