Alaska: miles de morsas se hacinan por culpa del cambio climático

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No solo las grandes ciudades sufren el hacinamiento o la masiva concentración de personas en un espacio reducido, como en una estación del metro en hora punta o una tribuna de un estadio repleto. Ciertos entornos naturales y especies animales padecen también esa situación, que en su caso no resulta deseable y en realidad es signo de graves problemas.
 

Científicos de la Agencia Nacional del Océano y la Atmósfera (NOAA por sus siglas en inglés) identificaron una concentración enorme de morsas en un reducido lugar de la costa de Alaska. Según diversos conteos, a la fecha habría unas 10,000 morsas hacinadas en un palmo de terreno en una isla en el área de Point Lay, en el noroeste de Alaska. Y la cifra podría subir, ya que en 2011 se calculó que hasta 30.000 morsas se reunieron en una playa de poco más de un kilómetro de largo.
 
La razón de tal reunión no es halagüeña: aparentemente, el cambio climático ha derretido mucho del hielo del Mar Ártico, que es el hábitat natural de estos enormes mamíferos marinos. Ante esa pérdida, las morsas han debido moverse a la tierra firme en grandes masas para descansar después de sus tareas de alimentación, lo que no solo es una respuesta antinatural sino que puede provocar graves daños a la especie y mermar fuertemente los recursos de los que se alimentan las morsas y otras especies en la zona.
 
Además, existe el riesgo de estampidas entre los animales, lo que podría conducir a la muerte de muchos ejemplares en caso de suceder tal situación. Por ello, las autoridades tratan de reducir al máximo la actividad humana en áreas cercanas a Point Lay, para prevenir estampidas.
 
Este fenómeno de enormes reuniones de morsas es relativamente reciente, pues según NOAA comenzó a verse en Alaska en 2007 y ha venido repitiéndose desde entonces, excepto en 2008 y 2012.
 
La NOAA monitorea de cerca este fenómeno y toma continuamente imágenes desde el aire de la concentración de morsas.
 
Al parecer, no habría solución a este problema, al menos no en el corto plazo. Sólo un freno en el cambio climático que permita la recuperación gradual del hielo marino podría reducir las concentraciones de morsas y el daño que el alza de la temperatura en el Ártico causa a ésta y otras especies (por ejemplo, los osos polares). Convendría reducir, así, los factores causantes del cambio climático y no solo para el bien de las morsas, sino para el de la humanidad en general.

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