El tráfico de animales exóticos en la Argentina se convirtió en uno de los principales negocios para los delincuentes dedicados a esta modalidad, pero las fuerzas de seguridad reforzaron los operativos para poder combatir este tipo de delitos.
En ese sentido, según confirmaron fuentes de Gendarmería Nacional a minutouno.com, desde inicios de 2013 hasta la actualidad se secuestraron más de mil seres vivos, entre ellos 480 aves exóticas (cóndores, halcones, guacamayos), 305 loros, 116 lagartijas e iguanas, 56 tortugas, 16 serpientes y boas, 12 monos tití, 10 yacarés, cuatro carpinchos y hasta dos pumas. Muchos de estos seres vivos están en peligro de extinción, ya sea por estos delitos o por la caza furtiva.
Si bien todas las fuerzas de seguridad están abocadas a estos robos, Gendarmería es la que más se ocupa dado que estos animales son capturados generalmente en zonas de frontera donde tienen jurisdicción.
El objetivo de estos ladrones es vender los animales en el mercado ‘negro’, donde luego los comercializan en ferias porteñas y bonaerenses y hasta en veterinarias, algo que está prohibido por la Ley Nacional 22421 (Conservación de la Fauna).
‘Muchas personas deciden tener tortugas o loros como mascotas y eso está prohibido, porque no son animales domésticos. Hay otros con gustos más particulares y se inclinan por las serpientes, los monos y hasta yacarés en lugares más alejados de la Capital Federal’, relató un jefe de Gendarmería a minutouno.com.
Las bandas operan en Chaco, Formosa, Santiago del Estero, Salta, Jujuy, Corrientes, Tucumán, Santa Fe, Entre Ríos, Córdoba, Mendoza y La Rioja y algunos lugares de Buenos Aires, desde donde se inicia el tráfico de animales.
Una vez que los tienen los trasladan en valijas ocultas en micros, camionetas o automóviles, aunque en general el 70 por ciento de estos seres vivientes mueren en el viaje.
Posteriormente, los venden a personas vinculadas a ferias comerciales en Capital Federal, Buenos Aires, Córdoba, Mendoza y Rosario, donde conviven las viejas costumbres con modas fugaces: están los de siempre, que buscan tortugas terrestres y loros habladores como mascotas, y los excéntricos que quieren guacamayos, tarántulas y boas autóctonas, o incluso un cóndor andino.
Es por ello que en los último tiempos, desde principios de 2013, que Gendarmería y Policía Federal hicieron un sinfín de operativos que fueron exitosos y cuyos animales secuestrados tenían como destino ferias como las de Sáenz, en el barrio porteño de Pompeya; la de Villa Domínico, en el partido bonaerense de Avellaneda; y en locales de Retiro, Monserrat, Liniers y Flores, entre otros destinos.
‘Es fundamental hacerle entender a la gente que el hábitat natural de estos animales no es el de una casa. Por eso pedimos que no compren animales exóticos. Y si quieren tener una mascota busquen un perro o un gato. Sin esa complicidad se puede ayudar a terminar con el mercado negro’, precisó el gendarme consultado.