En los distintos bares y restaurantes es cada vez más frecuente ver a la gente acompañada por sus perros. Esos sitios son denominados “pet friendly” (indica que el lugar admite animales de compañía). Estos lugares se encuentran en todo el país, y solo en la Ciudad de Buenos Aires hay más de 700.
En este caso, la historia se sitúa en Chivilcoy, donde un bar no solo admite a los dueños con sus mascotas, sino que también es una suerte de refugio para perritos callejeros que buscan abrigo y comida. Entre medio de todos ellos suele aparecer la figura de Corchito, un perro callejero cuya misión es acercárseles a los clientes que están solos y les hace compañía.
“Corchito” el perro que les hace compañía a los clientes que van solos al bar
“Dickens”, es el nombre del restobar ubicado en la esquina de Avenida Las Heras y Sarmiento, en Chivilcoy, provincia de Buenos Aires. Allí, cualquiera que vaya a desayunar, almorzar, cenar o simplemente tomar un café se puede encontrar con un perrito que llegó hace cuatro años y adoptó el lugar como su casa.
Se llama “Corchito”, y fue abandonado por sus dueños, quienes se mudaron y lo dejaron en la calle. Una familia lo adoptó, pero el animal no se acostumbró y decidió establecerse allí.
“Vino hace cuatro años y no se fue más. Tiene la libreta sanitaria al día y les hace compañía a los clientes. Es muy llamativo porque se acerca a las mesas donde hay personas solas”, contó Camila dueña del resto bar.
Así se lo puede ver al animal, entre tazas de café, medialunas y diarios de papel. Sin embargo, Corchito no está solo, ya que junto con él suelen estar Manuel y Puccini, otros dos perritos que fueron abandonados.
Para que los clientes no se sientan invadidos y no se molesten, Camila colgó un cartel en la entrada en el que advierte sobre la presencia de los animales y por qué están ahí.
“No se molesten por la cantidad de perros callejeros que puedan haber en el interior del restaurante. Somos un lugar apto para mascotas y damos agua, comida y mucho amor a estos dulces ángeles. Lo siento si es difícil, pero no están haciendo nada malo, solo vienen a buscar comida o refugio”.
Camila, que tiene una familia que cuidar y dos trabajos, también forma parte de una ONG que se llama “Chivilcotas”, que le da refugio a más de 100 perros.
“Ellos son parte de mi vida. Los mantenemos gracias a las donaciones de la gente, de algunos laboratorios que nos dan las vacunas y de un subsidio que nos otorgó el municipio, además de las personas que los llevan en tránsito hasta que puedan ser adoptados definitivamente”, cuenta.
Corchito, mientras tanto, se sienta en la silla que dejó libre el cliente y puede pasar largo tiempo allí. Y cuando no se acerca, lo van a buscar. “Es como de otro planeta. Es muy compañero. Y muy famoso”, concluyó Camila.