El biólogo Yamil Di Blanco es el impulsor desde el año 2017 del Proyecto “Tatú Carreta” en la Región Chaqueña. Es uno de los socios fundadores del Centro de Investigaciones del Bosque Atlántico (CEIBA). Se trata de una Asociación Civil que tiene por objetivo la realización de proyectos de conservación, radicada en Puerto Iguazú hace 15 años, pero con trabajos de campo que amplían su horizonte de acción hasta el norte y centro del país.
Di Blanco hizo su tesis doctoral con el oso hormiguero, monitoreando poblaciones en los Esteros del Iberá. Es investigador colaborador del Proyecto Tatu Canastra de Brasil; además es miembro del Proyecto Yaguareté, aunque su preferencia se inclina por el estudio de esta especie de armadillo endémico de Sudamérica.
El Tatú Carreta es el armadillo más grande que existe en la actualidad. “Es un animal imponente que puede llegar a medir 1,50 m. desde el hocico hasta la cola y pesar hasta 40 kilos o más, inclusive. La cabeza y el rostro son bastante alargados. Sus extremidades son fuertes y las manos presentan largas uñas, las cuales les otorgan la capacidad de realizar profundas cuevas con gran rapidez y facilidad. La mayor de estas uñas mide aproximadamente unos 20 cm”, describió con entusiasmo.
La cola, al igual que las patas, se encuentra cubiertas por placas. La coraza cubre casi todo el cuerpo del animal (dorso, cola y extremidades). El cuerpo es bastante móvil gracias a que la coraza presenta numerosas bandas móviles. Las orejas y el escudete cefálico no son muy grandes, pero si notables. Su coloración general es pardo oscuro, el caparazón posee un borde más claro y bien delimitado. La cabeza y la cola son más claras que el resto del cuerpo.
El investigador especializado destacó que en Argentina habitan 13 especies de armadillos, sobre un total de 21, que hay en el mundo. En tanto que los armadillos, como los osos hormigueros y los perezosos pertenecen al gran súper orden Xenarthra. Se trata del único grupo de mamíferos que se originó en América del Sur (entre hace 60 y 100 millones de años).
“En líneas generales el tatú carreta es una especie muy rara, de hábitos nocturnos, difícil de encontrar, muy poco abundante y que está desapareciendo de varios lugares”; dijo en síntesis Di Blanco.
Tiene algunas particularidades interesantes: cada ejemplar puede tener entre 40 y 100 dientes. Tiene una baja tasa de reproducción. Se estima que viven 20 años, comienzan su ciclo reproductivo a los 7 a 9 años, tienen crías cada 2 o 3 años. Es esperable que tengan 4 o 5 crías a lo largo de su vida. Se considera que habitan de 3 a 6 individuos por cada 10.000 hectáreas, restringidas exclusivamente a la región chaqueña, en la Argentina.
“El tatú carreta a nivel global está considerado como una especie vulnerable a la extinción. En Argentina está categorizado como en peligro, que equivale usando la misma metodología a un nivel peor de conservación”, expresó el especialista.
Mucha información se obtuvo a partir del cruce de datos con investigadores del proyecto yaguareté, y la información aportada por las imágenes de las cámara trampa utilizadas para monitoreo de esa especie. “Esto nos permitió concluir que el tatú carreta se encuentra mayoritariamente dentro de las áreas protegidas del Parque nacional Copo, El Impenetrable y los Parques Provinciales Loro Hablador y Fuerte Esperanza”.
Respecto del proyecto que lleva adelante Di Blanco explicó que el objetivo a largo plazo es establecer un estudio ecológico en la región para identificar factores que determinan su presencia, su rol, y su estado de conservación. “Resulta oportuno destacar que los Parques Nacionales Copo y El Impenetrable, por su nivel de protección y tamaño son muy importantes para la conservación de la especie en Argentina”, indicó.
“Desde el 2017 a la fecha realizamos 13 campañas a los Parques Nacionales Copo y El Impenetrable; parques provinciales, Loro Hablador, Fuerte Esperanza y áreas circundantes. Lo que hicimos fue buscar madrigueras, excavaciones de alimentación, heces, huellas y otros indicios de la presencia del tatú carreta en caminos y picadas. Mediante la colocación de cámaras-trampa en las madrigueras se pudo fotografiar individuos y así identificarlos, y además evaluar el uso de las madrigueras por otras especies”.
Estos trabajos de campo en territorio permitieron realizar 28 registros de al menos 16 individuos, a partir del relevamiento de cámaras- trampa, propias, de Proyecto Yaguareté y de la Fundación Rewilding Argentina. “Debe quedar claro que esta no es la población total, porque el área relevada es mínima, en comparación con la extensión total del territorio”.
De su experiencia en Brasil, Yamil Di Blanco relató que “investigaciones realizadas en el Pantanal indican que el tatú carreta es un ingeniero del ecosistema, porque genera cambios en los suelos, la vegetación y las condiciones de temperatura dentro de sus madrigueras, creando o modificando hábitats e influenciando otras especies. También lo evaluamos en Argentina y vimos que las madrigueras proveen oportunidades de alimentación para otras especies”.
Para finalizar el biólogo adelantó que “A futuro, la idea es extender el área de estudio de la región a Formosa, sumado al hecho que el proyecto ha conseguido financiamiento para la compra de dispositivos GPS, que permitirá el monitoreo de ejemplares de igual forma como sucede con el yaguareté, para poder definir corredores y áreas prioritarias para conservación”.
Descripción de la especie
En Sudamérica habita en selvas tropicales y subtropicales, sabanas arboladas, ambientes transicionales y planicies de inundación. En Argentina prefiere los montes secos y semi -secos del Chaco. La presencia de colonias de hormigas y termitas (u otros insectos subterráneos) parece ser un condicionante importante del hábitat.
Respecto de su hábitat, excava formando cuevas de aproximadamente unos 50 cm. de ancho, por 30 cm. de alto. Generalmente usa cuevas que se encuentran en proximidad de hormigueros y termiteros y se ubican en lomadas y elevaciones, lejos de sitios inundables.
La alimentación del Tatú Carreta es fundamentalmente insectívora, consumiendo principalmente hormigas y termitas. La hembra suele parir 1 cría, excepcionalmente 2, en una cámara subterránea cavada por ella misma. La entrada de la cueva suele estar ubicada en la base de un hormiguero.
Su comportamiento es de hábito solitario y mayormente nocturno, el Tatú sale de su refugio sólo para conseguir alimento o buscar pareja, haciendo muy difícil su observación en territorio. Sin embargo, es un buen caminador, e incluso nadador. El Tatú es capaz de plantarse sobre sus patas traseras, utilizando la cola como apoyo para husmear el aire y adoptar una postura de defensa exponiendo sus garras. En caso de persecución, o al encontrarse acorralado, intenta huir cavando, o se aferra firmemente al sustrato con sus garras.
El tatú carreta (Priodontes maximus) se encuentra en la Argentina en grave situación de peligro de extinción y en peligro crítico en el Libro Rojo de los Mamíferos de Argentina, amenazada a nivel nacional e internacional. En la actualidad, los únicos registros de la existencia de ejemplares fueron obtenidos a través de las capturas realizadas por pobladores locales en el área de distribución de la especie.
Esta especie es muy sensible a los disturbios ocasionados por el hombre. Entre sus principales amenazas se destaca la pérdida del hábitat por deforestación y avance de la frontera agrícola; caza de subsistencia, de trofeo, por superstición o para medicina, captura de ejemplares para venta ilegal o mascotismo.