Dos ejemplares de cóndor andino (Vultur gryphus) fueron reinsertados el 14 de octubre en las Sierras de Pailemán, Departamento Valcheta, provincia de Río Negro, en el marco del Programa de Conservación de Cóndor Andino (PCCA).
Son Huasi, nacido y criado en el Parque Ecológico y Faunístico Yastay de La Rioja, y Yastay, nacido y criado en la reserva Tatu Carreta, de Córdoba.
Ambos fueron derivados al Centro de Recuperación de Especies de Fundación Temaikèn (CRET) donde, durante más de un año, un equipo de especialistas trabajó en su consociación para asegurar y fortalecer sus lazos y prepararlos para vivir en vida silvestre.
Una vez que contaron con su correspondiente alta médica y comportamental, Yastay y Huasi fueron trasladados hasta Pailemán, donde permanecieron en un recinto de presuelta adaptándose a los vientos patagónicos hasta estar aptos para poder volar en la naturaleza.
“Este evento es muy importante para nosotros, porque además de ser una especie valiosa por su rol dentro de los ecosistemas, el cóndor andino tiene un tiempo de crecimiento y maduración más extenso en relación a otras especies, por lo que cada ejemplar es sumamente valioso. En ellos también se resume el trabajo de muchos profesionales y organizaciones. Verlos volar nos llena de orgullo y alegría”, explica Cristian Gillet, Responsable de Rescate y Rehabilitación de Fauna de Fundación Temaikèn.
Se estima que alrededor de 20 profesionales intervienen a lo largo de la preparación de cada cóndor que pasa por la Fundación.
“También hay que destacar que el equipo técnico y profesional del PCCA realizará el seguimiento individualizado de cada ejemplar para asegurar el éxito de su reinserción”, agrega Gillet.
Por qué son tan valiosos los cóndores para el ecosistema
El cóndor andino es un ave carroñera y por ello es un “limpiador” nato, ya que al comer animales muertos ayudan en la limpieza del ambiente y así previenen potenciales enfermedades derivadas de los restos en descomposición.
Además su ciclo biológico es muy extenso y por ello cada ejemplar que se pierde deja un lugar vacío que lleva mucho tiempo llenar.
Un cóndor puede llegar a vivir hasta 60 años y su maduración llega recién a los 9 años, aproximadamente, y sólo ponen un huevo o dos en un lapso de más de un año. Eso hace que su conservación sea imperiosa, ya que durante mucho tiempo, se perdieron más cóndores de los que nacieron en la naturaleza.
Esta especie fue declarada Vulnerable por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) y su población está decreciendo.
Generalmente son víctimas de cazadores, heridos por trampas o sufren envenenamiento por ingestión de balas de plomo con las que matan a los animales de los cuales se alimentan.
Otros factores que afectan su supervivencia son los choques contra estructuras hechas por el hombre, como los cables de alta tensión u otras alteraciones de su hábitat natural.
LA HISTORIA DE HUASI Y YASTAY
Yastay (Dios comechingón protector de aves) nació en noviembre de 2019 en la Reserva Tatú Carreta y Huasi (Hogar, en quechua) en el Centro de Preservación y Rescate Yastay, en octubre de 2019.
Ambos arribaron a Buenos Aires el 12 de febrero de 2021 como parte del trabajo articulado por el PCCA.
“Tanto Huasi como Yastay son cóndores nacidos bajo cuidado humano pero por incubación natural, es decir, que nacieron con sus padres y se quedaron con ellos el tiempo necesario. Son los padres quienes en su primer año de vida se encargan de la alimentación, el cuidado del pichón, el acicalamiento, entre otros comportamientos”, explica Juan Kabur, quien está a cargo del equipo de cuidadores del Centro de Recuperación de Especies de Temaikèn (CRET).
Es de destacar que muchas veces nacen cóndores por incubación artificial dentro del PCCA y en esos casos todo el período inicial de aprendizaje comportamental se realiza con títeres.
“Los cóndores son animales gregarios, pueden ser observados en grupos de varios individuos. Estos dos ejemplares se juntaron en el CRET en donde se supervisó la compatibilidad de estos animales y se evaluó que puedan expresar los comportamientos propios de la especie que son fundamentales para su supervivencia en los cielos patagónicos. Es decir que , por ejemplo al alimentarse, lo realicen tal cual lo hacen los cóndores en silvestría”, señala Kabur.
Yastay y Huasi se suman a los más de 100 cóndores que pasaron a lo largo de 10 años por el Centro de Rescate del Cóndor Andino de Fundación Temaikèn.
Provenientes de todo el país, el 70% de estos casos pudieron ser rehabilitados y reinsertados en su ambiente natural.
Otros, por la gravedad de sus heridas, no pueden ser devueltos a la naturaleza porque no lograrían sobrevivir en ella, y pasan a formar parte de los programas de reproducción, educación e investigación del Programa de Conservación del Cóndor Andino en Argentina.
En tanto, dentro del PCCA, ya son 228 los cóndores liberados en Sudamérica y 66 en la costa del Atlántico.