El escándalo que se desató el fin de semana pasado sobre las tres empresas automovilísticas más emblemáticas de Alemania, Volkswagen, BMW y Daimler, a causa de los experimentos sobre emisiones con monos y humanos que llevó a cabo una organización financiada por las tres marcas, comenzó a cobrar este sus primeras víctimas.
En un breve comunicado Volkswagen anunció que decidió suspender a Thomas Steg, el poderoso responsable de relaciones públicas del grupo, quien había admitido en una entrevista con el periódico Bild Zeitung, que había sido informado en 2013 de la decisión de llevar a cabo experimentos con monos en Estados Unidos.
Según el comunicado de Volkswagen, Steg, que era responsable de las relaciones internacionales del grupo, dejará de ejercer sus funciones hasta que el grupo haya finalizado una severa investigación para determinar responsabilidades y también para lavar su imagen, que quedó hecha trizas cuando la prensa germana publicó que el grupo había ordenado los experimentos con monos en Estados Unidos y humanos en Aquisgrán para determinar el daño que pueden causar la emisiones de gases tóxicos de los motores diésel.
Los experimentos fueron llevados a cabo por un laboratorio en Alburquerque y una dependencia de la clínica Universitaria da Aquisgrán, por encargo del llamado Grupo de Investigación Europeo sobre el Medio Ambiente y la Salud en el Sector de Transporte, que fue fundado en 2007 y que cerró sus puertas en 2017.