El Chingolo común (Zonotrichia capensis), también conocido como chincol o copetón, es una especie de ave paseriforme neotropical perteneciente a la familia Emberizidae.
Es la única especie de este género entre los llamados “gorriones americanos” del género Zonotrichia. Aunque guarda ciertas similitudes con el gorrión doméstico (Passer domesticus), se distingue por su copete con rayas negras y una figura menos redondeada.
Características y comportamiento de el Chingolo
Esta pequeña ave mide entre 13 y 15 cm de largo y se caracteriza por tener un pico corto y recto. La corona y la cara son de color gris, con una banda negra distintiva. La garganta es blanca, y presenta un collar visible de color canela o castaño rojizo en la nuca.
El vientre y el pecho son de tonos pardo claro o blanquecinos, con reflejos más oscuros, mientras que los costados tienen un tinte grisáceo. El dorso del Chingolo es pardo, con manchas negras, y tanto las alas como la cola tienen un tono más oscuro. Los ejemplares juveniles tienen un plumaje más uniforme, con un jaspeado más oscuro en el pecho.
El Chingolo es un ave inquieta y rápida en vuelo, mientras que en tierra se desplaza a saltitos. Aunque pasa gran parte de su tiempo en árboles y arbustos, baja al suelo para recolectar su principal fuente de alimento: semillas y gusanos.
Habita una amplia variedad de entornos, desde praderas y estepas hasta bosques, plantaciones agrícolas y áreas urbanas. Se mantiene activo hasta bien entrada la noche, por lo que su canto puede escucharse incluso cuando otros pájaros ya dejaron de cantar.
Este canto es exclusivo del macho, y aunque el tema varía entre individuos, el trino tiene una característica común dentro de un grupo poblacional, lo que permite a la hembra identificar a su pareja.
Una curiosidad sobre su canto es que se transmite de generación en generación; los pichones lo aprenden entre los 10 y 40 días de vida, al escuchar el canto de los adultos de su grupo. Además, este varía según la región en la que se encuentre, es decir, que el copetón del norte argentino no canta igual que el de la Patagonia.
Creencias populares y leyendas
En diversas regiones de Argentina, el Chingolo ha sido objeto de distintas creencias populares que le atribuyen ciertos presagios. En la región rioplatense, se considera a esta especie como un ave de buen agüero y anunciadora de visitas cuando recorre el patio mientras pía.
Su canto nocturno se interpreta como un pronóstico de buen tiempo. Por otro lado, en el noroeste argentino, se cree que cuando una bandada de chingolos se acerca a una vivienda, se avecina una tormenta. Y si canta de noche, es señal de que se aproximan vientos fuertes.
El Chingolo es dueño de varios relatos y leyendas no solo en todo el territorio argentino, sino también fuera de él. Algunos de los cuentos más conocidos son:
- Un cuento criollo relata que el Chingolo era un guitarrero que, al escuchar a un forastero cantar como él, le rompió la guitarra y lo mató. Tras ser apresado, logró escapar, pero conservó los atributos de su condición: el gorro a rayas y los grillos en los pies, que lo obligan a caminar a saltitos.
- Según una leyenda uruguaya, en una ocasión, un grupo de paisanos viajaba en carreta para fundar un nuevo pueblo cuando Añá, una fuerza maligna, les envió una gran inundación. Solo el carretero logró salvarse, aferrándose a una rama de un ombú. Como castigo, esa entidad lo transformó en un pequeño pajarito, que permanece en las ramas del ombú, desde donde silba a los bueyes que ya no tiene y se burla de la entidad que lo castigó.
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