El increĆ­ble talento de los animales para encontrar el camino de vuelta a casa

MƔs leƭdas

ā€œTenemos que reconocer que los animales son tan talentosos como nosotrosā€. Para que esto ocurra y que ā€œparemos de fracasar en el cuidado del planetaā€, David Barrie, explorador y activista britĆ”nico de 66 aƱos, ha escrito el libro Los viajes mĆ”s increĆ­bles. Maravillas de la navegaciĆ³n animal (CrĆ­tica, 2020). Esta obra de divulgaciĆ³n cientĆ­fica e histĆ³rica enumera, recopila y cuenta los logros de multitudes de animales e insectos, desde la hormiga del desierto hasta el charrĆ”n Ć”rtico, un ave capaz de recorrer hasta 90.000 kilĆ³metros, pasar 273 dĆ­as lejos de sus colonias y, pese a encontrarse a miles de kilĆ³metros de su casa, encontrar siempre el camino de vuelta.

El ser humano, si pierde de vista su meta, no es capaz de mantener un rumbo estable mĆ”s de ocho segundos, aunque existen personas que se orientan mejor. En su relato, Barrie detalla cĆ³mo los inuits, en las regiones Ć”rticas, establecen puntos de referencia terrestres para guiarse y componen canciones para acordarse del paisaje. Al cantar la letra se les dibuja el camino en la cabeza.

Los animales viven a diario sobrepasando obstĆ”culos, luchando contra el mal tiempo, la fragmentaciĆ³n de su hĆ”bitat, la perturbaciĆ³n del sonido natural, del paisaje visual y olfativo. ā€œLos animales pueden adaptarse pero no estoy seguro de que puedan encontrar siempre solucionesā€, alerta el escritor. Para superar los cambios inducidos por la actividad humana, las especies se agarran a sus cinco sentidos y utilizan el magnetismo de la Tierra, el oleaje, el Sol, las estrellas y la Luna.

El autor, fascinado por la historia de la naturaleza, tuvo la suerte de zarpar por las aguas del AtlĆ”ntico a una edad que ni siquiera recuerda. A los 19 aƱos, en un yate de unos 10 metros de largo, cruzĆ³ el ocĆ©ano y fue ahĆ­ cuando empezĆ³ todo. El explorador tardĆ³ cuatro aƱos en sacar a la luz esta obra que resume la lectura de unos 2.000 reportajes cientĆ­ficos y entrevistas con una docena de expertos.

ā€œLa navegaciĆ³n celestial [o astronavegaciĆ³n] me fascinĆ³ y tuve ganas de escribir sobre elloā€, cuenta. Para Ć©l era una necesidad urgente frente al auge de las tecnologĆ­as como el GPS en los aƱos noventa. ā€œYa no se necesitaba el cielo para orientarse y ese conocimiento que tanto me habĆ­a fascinado caĆ­a en desuso. Los marinos profesionales no conocen esto y se basan en la navegaciĆ³n electrĆ³nicaā€, argumenta.

Un par de insectos guiados por la Luna

Los insectos son los que mĆ”s fascinan al escritor desde siempre y, en particular, la hormiga del desierto, un animal diminuto con un cerebro de tan solo 400.000 neuronas ā€œcapaz de realizar hazaƱas de navegaciĆ³n que los humanos solo conseguimos con la ayuda de instrumentosā€. Aunque le pongan todas los obstĆ”culos que un cientĆ­fico se pueda imaginar, el insecto encontrarĆ” su minĆŗscula cueva bajo tierra a unos cien metros de distancia gracias al Ć”rea de cresa dorsal (ACD), que ayuda a detectar la luz polarizada. ā€œMe asombra el hecho de que tengan un sistema tan complejo en un cuerpo tan pequeƱo. Se orientan con la luz y el cielo y se basan en su brĆŗjula visualā€, explica.

AdemĆ”s, segĆŗn explica en su libro, las hormigas cuentan sus pasos, aspecto que se planteĆ³ en 1904. El experimento que permitiĆ³ probar esta hipĆ³tesis es un tanto curioso. Matthias Wilttinger, un biĆ³logo de la Universidad de Friburgo (Alemania) y alumno de RĆ¼diger Wehner, experto mundial en este tema, alterĆ³ la longitud de las patas. El cientĆ­fico amputĆ³ las de un primer grupo y pegĆ³ a las del segundo unos zancos hechos con pelo de cerdo para alargar los pasos. Las que se quedaron con muƱones no alcanzaron el nido, las otras se pasaron de largo.

La hormiga no es la Ćŗnica y ni mucho menos la primera en utilizar la luz natural para encontrar su camino. El comportamiento de los escarabajos peloteros constituye la primera demostraciĆ³n convincente del uso del cielo estrellado para la orientaciĆ³n de insectos y representa el primer uso documentado de la VĆ­a LĆ”ctea para la orientaciĆ³n en el reino animal, recuerda el autor, quien cita el trabajo de Eric Warrant y Marie Dacke, dos biolĆ³gos de la Unversidad de Lund (Suecia).

Las aves que no descansan y la memoria de pez

Barrie tambiĆ©n admira a las aves, tanto aquellas que no necesitan descansar y se pueden pasar hasta 10 meses en el aire comiendo lo que el viento les trae, por ejemplo los vencejos, como otras que esconden semillas en lugares esparcidos sobre unos 260 kilĆ³metros cuadrados para sobrevivir al invierno. Esta Ćŗltima hazaƱa es la del cascanueces americano que, como muchas aves, cuenta con una ā€œvista excepcionalā€, escribe Barrie.

Un solo pĆ”jaro puede esconder mĆ”s de 30.000 semillas en unos 6.000 escondites distintos, segĆŗn datos recopilados por el autor del libro, que insiste en que la memoria de esta especie es ā€œprodigiosaā€. ā€œLa naturaleza selecciona aquellas caracterĆ­sticas que permiten a los organismos sobrevivirā€, escribe el experto para justificar este comportamiento. AdemĆ”s, el autor recuerda en su relato que los sonidos que el ser humano puede oĆ­r no llegan muy lejos por el aire, pero algunos animales son sensibles a unos ruidos de muy baja frecuencia, ā€œmuy por debajo del umbral que podemos oĆ­r nosotros [20 hercios]ā€ y es otra de las mĆŗltiples herramientas que utilizan para orientarse.

El olfato tambiƩn forma parte de las cualidades de los animales como las aves y los peces, entre otros. El ser humano puede distinguir miles de millones de olores distintos y pueden ubicarse gracias a ellos. Los peces tambiƩn memorizan algunos, al menos los esenciales. Los salmones pasan varios aƱos creciendo y comiendo en el ocƩano y logran volver para reproducirse a los mismos rƭos donde han nacido.

SegĆŗn un estudio del ecologista estadounidense Arthur Hasler mencionado por Barrie, ā€œcada riachuelo tiene un particular buquĆ© de fragancias que produce en el salmĆ³n una impronta antes de emigrar al ocĆ©ano y que luego utiliza como seƱal para identificar su afluente natalā€. Hasler consiguiĆ³ demostrarlo jugando con sustancias quĆ­micas y alterando asĆ­ el comportamiento del salmĆ³n frente a estos olores desconocidos. Los peces tambiĆ©n pueden utilizar la presiĆ³n del agua, el oleaje, la referencia visual o los campos elĆ©ctricos (como las ballenas) para navegar.

Todos estos animales son tan solo algunos ejemplos que ofrece el autor. El experto tambiĆ©n dedica pĆ”ginas a varios tipos de mariposas, a las abejas, los caballitos de mar, las tortugas o las ballenas, entre muchos otros. Por otro lado, para completar lo que ya se ha demostrado cientĆ­ficamente, entre cada capĆ­tulo, el experto aƱade un fragmento sobre misterios cuya explicaciĆ³n sigue en el tintero.

ā€œQuiero que este libro haga que la gente preste atenciĆ³n, aprenda a conocer y respetar el mundo que tiene alrededorā€, espera el activista britĆ”nico. Lo mĆ”s importante para Ć©l no es centrarse en las amenazas terribles que oprimen el planeta, sino educar a las nuevas generaciones. ā€œLos niƱos tienen un contacto demasiado escaso con la naturaleza. No salen al campo ni exploran el mundo. Yo de pequeƱo pasaba horas en el bosque observando y analizando cosas. Necesitamos ayudarles para evitar que la Tierra termine en pedazosā€, concluye.

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