El tortugo Jorge fue liberado finalmente el 11 de abril frente a las costas de Mar del Plata, tras pasar 40 años en cautiverio.
Lo sorprendente es que, desde entonces, su recorrido en mar abierto puede seguirse de manera satelital. Es que le colocaron un rastreador en su caparazón.
¿Hasta cuándo podremos seguir el rastro el tortugo Jorge?

El rastreador de Jorge emite señales que permiten a los científicos conocer su ubicación en tiempo real. Sin embargo, la duración de la transmisión depende de varios factores:
-
Batería del dispositivo: generalmente dura entre 6 meses y 1 año, aunque puede variar según el uso.
-
Condiciones ambientales: la acumulación de organismos marinos en los sensores puede interferir con la señal.
-
Interacciones físicas: impactos con objetos flotantes o captura accidental pueden dañar el dispositivo.
Actualmente, el rastreo indica que Jorge, tras pasar las costas uruguayas, está las aguas de Brasil, donde las tortugas de su especie suelen nidificar.
Los investigadores reciben actualizaciones diarias sobre su ubicación, lo que permite seguir de cerca su adaptación al océano Atlántico.
El seguimiento de Jorge no solo es relevante para su bienestar, sino también para la conservación de las tortugas marinas en general. La información obtenida ayuda a comprender mejor sus patrones migratorios, hábitos alimenticios y necesidades de hábitat, contribuyendo así a estrategias de protección más efectivas.
Entonces, ¿hasta cuándo los investigadores podrán saber dónde está el tortugo Jorge? Según explicó la investigadora del CONICET, Mariela Dassis a MDZ, eso dependerá principalmente de las baterías, “de lo que dure la antena y de que los organismos incrustantes no me tapen los sensores de conductividad: son los tres factores que influyen”.
Si bien el promedio de duración son seis meses, hay casos en los que se rastreó a las tortugas por hasta dos años.
El tortugo Jorge pasó por Uruguay
A fines de abril, los datos obtenidos indicaban que el animal estaba en óptimas condiciones, mostrando un comportamiento normal para su especie.
A pesar de los riesgos inherentes a su hábitat, como la pesca industrial, los especialistas aseguran que se mantiene en buen estado. Este seguimiento representa un paso importante en los esfuerzos por proteger a una especie vulnerable como es el caso.
En ese momento, había recorrido más de 500 kilómetros y llegado a Uruguay.
La historia de Jorge

El tortugo marino, llevó 38 años en cautiverio en el ex acuario municipal de Mendoza, hoy reconvertido en un Centro de Conservación para la Biodiversidad.
Llegó a la provincia en marzo de 1984, proveniente de Bahía Blanca y con 30 años (aproximadamente). Durante todo este tiempo vivió en un estanque de este paseo (hoy cerrado y reconvertido en centro de conservación de biodiversidad), hasta que en octubre de 2022 fue trasladado al Centro de Rehabilitación de Fauna Marina en Mar del Plata.
Al llegar a Mar del Plata, lo trasladaron a un espacio más amplio, donde recuperó fuerzas y comenzó su entrenamiento para sumergirse. Inicialmente, la profundidad del agua era de un metro y medio, ya que las tortugas necesitan salir a la superficie para respirar.
Jorge se adaptó rápidamente a este procedimiento y al agua salada, a la que había sido expuesto gradualmente en Mendoza.
Para estimular su instinto de caza, se introdujeron cangrejos en su hábitat. Posteriormente, se añadieron “chuchos” (pequeñas rayas), lo que lo obligó a competir por su alimento. A pesar de las dificultades, Jorge demostró que su instinto de caza estaba intacto.
Cuando estuvo listo para la liberación, después de casi 40 años de cautiverio, generó alegría y emoción tanto de los biólogos y trabajadores del acuario como de los vecinos de la ciudad que lo habían conocido en su paso por el predio.