Entre marzo y abril de cada año en Canadá se lleva a cabo una matanza de focas que ha sido denunciada y combatida desde diversas organizaciones de protección animal, por considerar los métodos de caza, crueles e inhumanos.
En las zonas de hielos comprendidas entre el Golfo de St. Lawrence y la costa del Atlántico, miles de focas son acosadas por los cazadores que les disparan o las apalean con unos bastones llamados “hakapik”, que están provistos de una punta muy aguda en su extremo.
En Noruega las foca se cazan de la misma forma, solo que el “hakapik” no tiene punta, sino forma de martillo. Tras la prohibición de la UE se retiraron las subvenciones para este tipo de caza por parte del gobierno, medida que comenzó a regir a partir de enero de 2015.
En 2013 los eurodiputados votaron en Estrasburgo una ley que ampliaba la prohibición de importar productos de foca, en una medida que los activistas aplaudieron y secundaron, argumentando que protegerá a millones de focas de la masacre comercial.
Tras la decisión de los parlamentarios europeos, los inuit, una tribu que vive en las zonas más inhóspitas de la tierra, repartidos en diferentes países, pero con un origen común y las mismas costumbres, apelaron a la decisión de la UE ante el Tribunal de Justicia Europeo.
Tras el estudio de las alegaciones, el Tribunal de Justicia Europeo finalmente decidió que la medida que se había tomado desde el parlamento europeo sancionando la Ley de 2013, era completamente legal. Las asociaciones de defensa animal y medio ambiente como Humane Society International/Europe y Greenpeace, aplaudieron calurosamente la medida y dijeron estar encantados con el resultado de la sentencia.