Fue una autopista de animales prehistóricos. Los gonfotéridos (una familia de elefantes primitivos), los caballos, los osos y los pumas pasaban por primera vez por la nueva lengua de tierra desde América del Norte hacia América del Sur. En sentido contrario viajaban, entre otros, perezosos de seis metros de longitud, armadillos prehistóricos, carpinchos (unos roedores de más de 60 kilogramos) y aves del terror, unas aves carnívoras, corredoras y temibles, que hacían estragos con sus tres metros de altura. Fue el Gran Intercambio Americano, una fiesta de la biodiversidad celebrada a través del recién creado istmo de Panamá, que culminó hace unos tres millones de años.
La formación del istmo de Panamá fue uno de los mayores acontecimientos geológicos de la historia, pero prácticamente al mismo tiempo otros animales sufrían la reorganización de esa zona del planeta, según desvela un nuevo estudio que se publica hoy en la revista Nature Communications. Hace entre 12 y 4,5 millones de años, las piezas del puzle que forman la capa más superficial de la Tierra, la litosfera, comenzaron a bailar agarrado en el norte de la cordillera de los Andes. La colisión entre las diferentes placas acabó provocando el nacimiento de la pasarela que une América Central con América del Sur, pero antes causó una elevación de los Andes, que cambió el curso de los ríos como quien levanta el extremo de un plato de sopa y después el contrario.
El estudio, liderado por el paleontólogo venezolano Marcelo Sánchez y el suizo Torsten Scheyer, de la Universidad de Zúrich (Suiza), muestra que hace nueve millones de años en América del Sur vivían 14 especies de cocodrilos, frente a las seis actuales de aligátores, pero el levantamiento de los Andes se llevó sus ríos y desencadenó su extinción hace cinco millones de años, según creen los investigadores.
“El medio ambiente de entonces era muy diferente al actual. La mayor parte del agua de la cuenca del Amazonas hoy fluye hacia el Atlántico, pero en el pasado el agua fluía hacia el Caribe”, explica el zoólogo italiano Massimo Delfino, investigador visitante en el Instituto Catalán de Paleontología Miquel Crusafont (ICP), en Barcelona, y coautor del estudio. El río Urumaco, un gigantesco río que desembocaba en el Golfo de Venezuela y que alojaba a estos cocodrilos prehistóricos, desapareció hace cinco millones de años. Sin embargo, el levantamiento de los Andes permitió la explosión de la biodiversidad en dos de los ríos más caudalosos del mundo: el Amazonas y el Orinoco.
Los investigadores, que han analizado restos fósiles hallados en el estado venezolano de Falcón, anuncian el descubrimiento de dos nuevas especies, desconocidas hasta ahora para la ciencia: Globidentosuchus brachyrostris, un caimán con dientes esféricos que se alimentaba de caracoles y cangrejos, y Crocodylus falconensis, un cocodrilo de cuatro metros de longitud.
Ambos convivían con cocodrilos gigantes de hasta 12 metros, especializados en dar caza a grandes roedores, a tortugas de tres metros de longitud y a otros cocodrilos más pequeños. El cocodrilo actual de mayor tamaño conocido fue un ejemplar de poco más de seis metros capturado vivo en 2011 en Filipinas. Era un enanito comparado con los ejemplares prehistóricos extinguidos tras el levantamiento de los Andes.