Los elefantes asiáticos están en grave peligro de extinción. Se estima que tan solo queda una población entre 25.000 y 35.000 en todo el mundo, por cada 20 elefantes africanos a duras penas queda uno asiático. En Birmania se calcula que hay unos 5.000, que podrían haber desaparecido en menos de 10 años.
Según se recoge en informes de la ONG Elephant Family, cada año, entre 50 y 100 crías de elefantes son capturadas en Birmania para alimentar la industria turística tailandesa. Y más preocupante aún, por cada cría capturada hasta cinco elefantes adultos o adolescentes de su familia tienen que ser asesinados.
En los últimos 100 años se perdió el 90% de la población de elefantes asiáticos que desaparecen mucho más rápidamente y de manera más silenciosa que los africanos, contra cuya caza furtiva se lucha desde diversas ONGs.
Con el objetivo de conseguir que obedezcan las órdenes de las personas, se los encierra durante semanas en un espacio reducido, donde son privados de comida y agua, y golpeados brutalmente en sus zonas más sensibles (ojos y orejas) hasta que dejan de rebelarse. Luego, estos animales se utilizan en paseos y espectáculos que resultan muy perjudiciales para sus pies y su delicada columna vertebral, pasan largas horas encadenados y deben ser constantemente controlados a través del bullhook, un palo que termina con un gancho de metal y con el cual se les sigue golpeando en sus partes más delicadas.
El contacto con estos animales puede resultar muy peligroso también para las personas, ya que los elefantes pueden transmitir enfermedades y porque pueden acabar hiriendo de manera mortal a los turistas con los que interactúan, como ahora hace un año en Tailandia, donde un elefante de un centro que mantiene más de 100 elefantes en cautividad se asustó y aplastó a dos personas, una de las cuales murió.
FAADA recuerda que existen, tanto en Asia como en África, centros de rescate reales donde es posible ver a los elefantes en su hábitat natural y llevando a cabo los comportamientos propios de su especie e invita tanto los profesionales del sector como a los viajeros a no ofrecer y no visitar los campamentos o ‘falsos santuarios’ que ofrezcan espectáculos circenses o paseos con estos animales.