El 26 de abril de 1986 tuvo lugar en la central próxima a Chernóbil, Ucrania, el accidente nuclear más grave de la historia. Como consecuencia 116 mil personas fueron evacuadas de forma permanente de los 4.200 kilómetros cuadrados de la bautizada como zona de exclusión.
La fauna salvaje que habitaba ese territorio quedó a su suerte, en un hábitat libre de seres humanos pero contaminado por la radiación.
Casi tres décadas más tarde la vida se abre camino. Los animales han vuelto al origen de uno de los peores desastres medioambientales nunca vistos. Y con más fuerza que nunca.
La zona de exclusión recuerda más ahora a una reserva natural que a un sitio contaminado por la radiación.
‘Las poblaciones de mamíferos se han recuperado con fuerza tras el accidente’, explicó el investigador de la Universidad de Portsmouth, Reino Unido, y coautor del estudio, Jim Smith.