Un estudio publicado en Current Biology ha encontrado pruebas sólidas de que los tiburones dependen de los campos magnéticos de la Tierra para sus incursiones de larga distancia a través del mar.
“No se había resuelto cómo los tiburones se las arreglan para navegar con éxito durante la migración a los lugares de destino –recuerda el líder del proyecto de la Fundación Salvar Nuestros Mares, Bryan Keller, también del Laboratorio Costero y Marino de la Universidad Estatal de Florida, en Estados Unidos–. Esta investigación apoya la teoría de que utilizan el campo magnético de la Tierra para ayudarles a encontrar su camino. Es el GPS de la naturaleza”.
Los investigadores sabían que algunas especies de tiburones recorren largas distancias para llegar a lugares muy concretos año tras año y que los tiburones son sensibles a los campos electromagnéticos. Por ello, los científicos habían especulado durante mucho tiempo que los tiburones utilizaban los campos magnéticos para navegar. Pero el reto consistía en encontrar la forma de comprobarlo en los tiburones.
“Para ser sincero, me sorprende que haya funcionado –reconoce Keller–. La razón por la que esta cuestión ha resistido 50 años es porque los tiburones son difíciles de estudiar”.
Keller se dio cuenta de que los estudios necesarios serían más fáciles de realizar en tiburones más pequeños. También necesitaban una especie conocida por regresar cada año a lugares específicos. Él y sus colegas se decantaron por los tiburones cabeza de pala (‘Sphyrna tiburo’).
“La cornuda vuelve a los mismos estuarios cada año –explica-. Esto demuestra que los tiburones saben dónde está su ‘hogar’ y pueden navegar hasta él desde un lugar lejano”.
La cuestión era entonces si los tiburones cabeza de pala gestionaban esos viajes de vuelta basándose en un mapa magnético. Para averiguarlo, los investigadores utilizaron experimentos de desplazamiento magnético para poner a prueba a 20 tiburones martillo juveniles capturados en libertad.
En sus estudios, expusieron a los tiburones a condiciones magnéticas que representaban lugares situados a cientos de kilómetros de distancia de donde los tiburones fueron realmente capturados. Estos estudios permiten hacer predicciones directas sobre cómo deberían orientarse posteriormente los tiburones si realmente se basaran en señales magnéticas.
Si los tiburones obtienen información posicional del campo geomagnético, los investigadores predijeron que se orientarían hacia el norte en el campo magnético del sur y hacia el sur en el campo magnético del norte, ya que los tiburones intentaban compensar su desplazamiento percibido. No predijeron ninguna preferencia de orientación cuando los tiburones estaban expuestos al campo magnético que coincidía con su lugar de captura. Y resultó que los tiburones actuaron como habían predicho cuando se expusieron a campos dentro de su rango natural.
Los investigadores sugieren que esta capacidad de navegación basada en los campos magnéticos puede contribuir también a la estructura de la población de tiburones. Los descubrimientos en los tiburones blancos probablemente también ayuden a explicar las impresionantes hazañas de otras especies de tiburones. Por ejemplo, se ha documentado que un gran tiburón blanco migra entre Sudáfrica y Australia y vuelve al mismo lugar al año siguiente.
“¿No es genial que un tiburón pueda nadar 20.000 kilómetros de ida y vuelta en un océano tridimensional y volver al mismo sitio? –se pregunta Keller–. Es realmente alucinante. En un mundo en el que la gente utiliza el GPS para navegar por casi todas partes, esta capacidad es realmente extraordinaria”.
En futuros estudios, Keller dice que le gustaría explorar los efectos de los campos magnéticos de fuentes antropogénicas, como los cables submarinos, en los tiburones. También le gustaría estudiar si los tiburones dependen de las señales magnéticas, y cómo lo hacen, no sólo durante las migraciones de larga distancia, sino también durante su comportamiento cotidiano.