Los científicos estiman que el 20% del comercio de vida silvestre es resultado de la demanda de mascotas exóticas. Los animales que terminan en las casas de personas dispuestas a pagar grandes sumas por ellos, a menudo tienen que recorrer un largo camino y muchos mueren antes de conseguirlo.
La mayoría de los primates, felinos, aves y reptiles que se comercializa ilegalmente, no proviene de la cría en cautiverio, sino que han nacido en la naturaleza, de donde fueron arrancados por la fuerza a veces a costa de varias vidas para conseguir solo un bebé.
La crueldad de la caza
Una proporción significativa de estos animales está en peligro de extinción, por ello se los contrabandea de forma ilegal y cruel y sin ninguna consideración con la naturaleza, sus congéneres y el entorno. Y todo para presumir de mascota exótica, por la que, cuanto más rara sea, mayor será el precio que se pague y generalmente menos tiempo vivirá fuera de su hábitat.
Es importante que se sepa que, para cazar aves se coloca pegamento en las ramas, que provocan la muerte de otros especímenes y en el caso de los primates, si no matas a la madre (y a veces al padre, tíos y hermanos), jamás te harás con una cría. Y el promedio de supervivencia tras ser capturados es muy bajo: mueren por enfermedad, por tristeza, por asfixia en el viaje o por falta de cuidados.
Ricos y pobres
Si no hubiese personas dispuestas a pagar una pequeña fortuna por un gorila de montaña, un zorrito fenec o un capuchino, no habría gente que trafica con ellos. La migración de animales ilegales suele ser desde los países pobres hacia los más ricos. Los animales proceden de naciones con economías sumergidas o emergentes y deben viajar a sitios muy distantes de sus hogares.
Las especies endémicas difícilmente se adapten a las nuevas condiciones y los que no lo son, también representan un problema para la biodiversidad local que pierde un miembro (como mínimo) y para la que lo recibe, puesto que pueden ser agentes transmisores de enfermedades zoonóticas.
El comercio ‘legal’ de vida silvestre
Europa exporta muchas de sus aves autóctonas a otros sitios del mundo y lo hace de manera legal, con todos los papeles en regla, pero es válido preguntarse ¿cuál es la lógica de esto?
Un halcón alemán en medio del desierto árabe tiene el mismo papel, que un reptil africano en una ciudad europea: ninguno.
Europa también es lugar de paso del tráfico de especies, ya que el medio aéreo es el más empleado para llevar animales vivos de un continente a otro y muchas conexiones se hacen vía ciudades europeas. Se está pidiendo encarecidamente que se endurezcan las medidas de control, para evitarlo, pero esto no siempre funciona.
Mamíferos: el menor de los problemas
Los mamíferos representan el porcentaje más pequeño de animales exóticos que son vendidos ilegalmente como mascotas. Los loros, las tortugas, los lagartos y las iguanas son los más afectados. Y lo que no se conoce en profundidad son las estadísticas de anfibios, peces, insectos o arácnidos que son cazados y enviados al otro lado del mundo.
Muchos de estos animales son letales o al menos tienen toxinas de defensa, tanto en la piel como mediante picaduras, a las que los habitantes de las áreas receptoras no están acostumbrados, por lo que les podrían producir reacciones mortales. En definitiva, el tráfico ilegal de especies es un peligro para todos, humanos y animales, que cada vez se agrava más y al que nadie parece querer poner coto.