El elefante de Sri Lanka (Elephas maximus maximus),? la subespecie más grande de elefante asiático que existe en la actualidad, está protegido legalmente -en Sri Lanka y a escala internacional- pero desde 1986 está considerado ‘en peligro’ en la Lista Roja de especies de la Unión Internacional de Conservación de la Naturaleza (UICN).
Los expertos calculan que la población de esta subespecie se ha reducido desde los 14.000 ejemplares de principios del siglo XX hasta los aproximadamente 7.000 que pueden vivir en la actualidad en esta isla situada en el sudeste de la India.
Uno de los problemas más importantes para la supervivencia de esta subespecie es la expansión de las zonas cultivadas, que fragmenta y reducen los hábitats naturales y crean conflictos con los agricultores.
Las autoridades de vida silvestre de Sri Lanka descubrieron el pasado fin de semana el puede ser uno de los incidentes más graves de los últimos años en este conflicto entre vida salvaje y ocupación agrícola.
Los agentes rurales descubrieron en concreto los restos de al menos siete elefantes envenenados. Los primeros indicios apuntan que los animales ingirieron vegetales envenenados por aldeanos que se consideran perjudicados por la presencia de estos grandes animales, que dañan los cultivos situados cerca de las zonas de bosque. En algunos casos, los elefantes llegan a provocar heridos y muertos en las aldeas afectadas.
Entre el viernes y el sábado pasado, “hemos descubierto los restos de siete elefantes, incluidas las defensas”.
Tres de los animales muertos fueron encontrados el sábado en una reserva forestal en el centro de Sri Lanka, cerca del sitio histórico de Sigiriya, una fortaleza construida en el siglo V en la cima de una roca y Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO , según datos facilitados por la policía.