México prohíbe las excursiones turísticas para interactuar con tiburones blancos de la Isla Guadalupe

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Lo primero que aparece cuando se hace una búsqueda sencilla sobre los tiburones blancos en la Isla de Guadalupe es un sitio de experiencias inmersivas. Dirigidas al turismo extranjero principalmente —ya que la primera página que figura está en inglés—, la empresa ofrece experiencias de ‘dive in’ para interactuar, cara a cara, con los superdepredadores del Pacífico.

Parece ser que portales como estos se quedarán sin oportunidad de trabajar, ya que recientemente el gobierno mexicano prohibió terminantemente las actividades turísticas que tenga que ver con los tiburones blancos en la isla. Nadar con tiburones, entrar al mar con cajas de metal o cualquier experiencia similar ya no será posible. Ésta es la razón.

Los tiburones blancos no son bienes de consumo

Los tiburones blancos de la Isla de Guadalupe no son bienes de consumo. Por el contrario, es una especie que figura en la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza. A diferencia de como lo expresa Daniel Alonso Viña en El País, los mares no están ‘infestados’ de estos superdepredadores: por el contrario, han estado ahí desde millones de años antes que los seres humanos pobláramos el continente.

Ubicada en el extremo norte de México, cerca de Baja California, la Isla de Guadalupe se ha consagrado como un lugar al que llegan especies marinas únicas. Entre ellas, los tiburones blancos. Por lo cual, el país la considera como un santuario para la vida silvestre desde la década de los 70.

En aras de proteger a la diversidad que habita en este espacio, la Comisión Nacional de Áreas Protegidas (CONANP) emitió una nueva norma para evitar que el turismo realice este tipo de actividades recreativas. Principalmente el uso de jaulas y cebos, que han puesto en peligro a la especie desde hace años.

En contra de cualquier delirio de grandeza

Cuando los tiburones forcejean con los barrotes para atrapar el cebo, muchas veces resultan heridos en las branquias y el abdomen. Mientras tanto, los seres humanos que consumen este tipo de experiencias se convencen a sí mismos de que han logrado una hazaña imposible: alimentar, con la mano, a una bestia marina indómita.

Pensar así, naturalmente, se parece más a un delirio de grandeza. Con animales de al menos 5 metros de largo, que nada a 15 kilómetros por hora, un ser humano no tendría oportunidad de escapar de no estar encerrado en una jaula de acero. La CONANP se rehúsa a respaldar este tipo de actividades de ahora en adelante.

La prohibición, sin embargo, no sólo va por la vía turística, sino a cualquier actividad industrial que perturbe el ecosistema del tiburón blanco:

Por el contrario, busca “garantizar la integridad de los pescadores locales y que la vida silvestre continúe con sus ciclos de vida sin alteraciones como ruido por el tránsito de embarcaciones, contaminación, interacción humana o introducción de especies invasoras”, según lo apunta en el acuerdo para el programa de manejo de la reserva de la biosfera Isla Guadalupe.

Aunque la nueva norma ha dejado fuera del mercado a las empresas que se dedicaban a ofrecer este tipo de experiencias, el gobierno mexicano se mostró firme en la decisión. De esta manera, se espera, la especie no se enfrentará a enredarse en las redes de pesca industrial, a heridas dolorosas por turistas descuidados, ni al ruido de embarcaciones humanas.

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