Se realizan importantes esfuerzos para salvar al demonio de Tasmania

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Salvar a los demonios de Tasmania Concretamente, en el Parque Nacional de Freycinet en la isla de Tasmania la población adulta de este marsupial carnívoro –el mayor que existe– se reduce a la mitad cada año y se prevé que se extinga en los 10 o 15 años siguientes a la aparición de la enfermedad.

 
En los últimos diez años las poblaciones de demonios de Tasmania (Sarcophilus harrisii) en Australia se han reducido un 60%, una cifra que aumenta a más del 80% si se tienen en cuenta las últimas dos décadas. Por eso, en la actualidad, la especie se encuentra en peligro de extinción. La causa de este alarmante declive es un cáncer que se contagia posiblemente a través de las mordeduras que tanto machos como hembras se provocan cuando comen o se reproducen.

Esta enfermedad de tumores faciales (DFTD, por sus siglas en inglés) se manifiesta con la aparición de lesiones tumorales en el rostro y el interior de la boca, que terminan provocando la muerte del animal cuando se extienden por todo el cuerpo o cuando los animales ya no pueden alimentarse. Desde que se registró el primer caso en 1996, la enfermedad no ha dejado de extenderse, incluso en áreas con muy poca densidad de demonios.

Concretamente, en el Parque Nacional de Freycinet en la isla de Tasmania la población adulta de este marsupial carnívoro –el mayor que existe– se reduce a la mitad cada año y se prevé que se extinga en los 10 o 15 años siguientes a la aparición de la enfermedad. Desde hace varios años, los científicos han tratado de encontrar una solución para salvar a la especie. Un nuevo ensayo, liderado por la Universidad de Tasmania, aporta un prometedor avance.

En los últimos seis años, el equipo internacional de científicos se ha centrado en estudiar el sistema inmunitario de estos animales para lograr una cura. En 2015 ya se había demostrado que el demonio de Tasmania era capaz de generar una respuesta inmune frente a la DFTD. En el estudio que se publica en Scientific Reports, los científicos usaron la inmunoterapia –una terapia biológica que estimula las defensas naturales del cuerpo– en siete ejemplares enfermos para tratar sus tumores del tamaño de una pelota de golf.

En los tres meses posteriores, estos disminuyeron gradualmente y terminaron por desaparecer. “Es la primera vez que podemos decir con seguridad que ha sido la inmunoterapia la que ha hecho que el tumor encoja”, señala Greg Woods, científico en el Menzies Institute for Medical School de la Universidad de Tasmania, y uno de los autores del trabajo.

 
 
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