El aguará guazú -también llamado lobo de crin- es un animal inofensivo que se alimenta a base de frutos, raíces, roedores pequeños, huevos de aves y de reptiles. De modo que no afecta al hombre ni al ganado. Aún así, el cánido se encuentra bajo amenaza por la caza y cada vez hay menos avistajes.
Su nombre significa “zorro grande” en guaraní. Es un cánido nativo de América del Sur que habita en pastizales, esteros y sabanas. El aguará guazú es especialmente activo por las noches y tiene un pelaje largo y de color rojizo. Presenta marcas blancas en distintas zonas del cuerpo como el hocico, la espina dorsal y la garganta, lo que le da un aspecto muy particular.
Las patas altas le permiten tener mayor visibilidad en los pastos altos en los que habita. Sus presas son pequeñas, de modo que no necesita correr. Sus cabellos erectos sirven para aparentar un mayor tamaño y alejar a posibles amenazas.
Se comunican entre sí a través de unos aullidos roncos de tono bajo y alto alcance que le han dado voz a leyendas sobre “lobizones” en varios lugares.
Este espécimen fue descubierto por un aspirante a guardaparques, Álvaro Becerra. Mientras realizaba prácticas integradoras en el Parque Nacional Río Pilcomayo, pudo observarlo detenidamente y hasta se dio el lujo de sacarle algunas fotos.
No es común obtener imágenes de un aguará guazú porque son animales solitarios y asustadizos. Además, se encuentran en peligro de extinción y cada vez se los cuida más. Los países en los que se encuentran son Argentina (Corrientes, Formosa, Chaco, norte de Santa Fe y Córdoba, este de Santiago del Estero y sur de Misiones), Bolivia, Perú y Paraguay.