Las víctimas son sobre todo leones, pero no solo, también otros animales salvajes son criados con la única finalidad de ser cazados por quienes solo quieren llegar y disparar con plena garantía de éxito.
La ‘caza enlatada’ es un negocio pujante en Sudáfrica, donde los expertos calculan que hay ya unas 200 granjas en las que nacen y ‘se sueltan’ cientos de leones al año.
Pero no se sueltan en su hábitat para que vivan libres, de ahí las comillas. Al poco tiempo de nacer son separados de sus madres y criados a biberón.
El objetivo es doble: por un lado, las hembras serán fértiles de nuevo poco tiempo después; y por otro, los cachorros se acostumbran a los humanos y no huirán de los cazadores a los que están destinados al llegar a la edad adulta.
Para garantizar esa confianza y hacerlos rentables desde el primer momento, muchas veces son utilizados como reclamo de turistas a los que se cobra por hacerse fotos con ellos o por sacarlos a pasear, a veces incluso con la falsa proclama de que los animales serán devueltos a la libertad.
Pero esa libertad nunca llega. Después de una vida deplorable que vulnera todas las leyes de su naturaleza, una vez alcanzados el tamaño y el peso necesarios para ser atractivos como trofeo, los leones son soltados en recintos cerrados y el cazador solo tiene que aproximarse y disparar. Tan altas son las probabilidades de obtener ‘el trofeo’ que el lema de estos negocios es ‘no kill, no pay’, es decir, si no matas no pagas.