La ingeniería de ecosistemas o el cuidado del bosque pueden parecer actividades que son desarrolladas únicamente por los seres humanos. Sin embargo, esos son algunas de las tareas que, desde el mundo académico y de la conservación, se atribuyen a las dantas o tapires, uno de los mamíferos más grandes de América Latina, cuya existencia está en peligro.
“Al ser animales de gran tamaño, consumen grandes cantidades de material vegetal al día, incluyendo hojas y ramas, influyendo en la estructura y composición de la vegetación en el estrato bajo del bosque”, explica a DW Juliana Vélez, miembro de la iniciativa Conservación de Tapires en Colombia.
“Se consideran de alta importancia debido al papel ecológico que cumplen en los bosques, como, por ejemplo, en la dispersión de semillas de más de 300 especies de plantas”, complementa Ángela Alviz, Subdirectora Científica de la Fundación Orinoquia Biodiversa. “Adicionalmente, sus heces protegen a las semillas de ser consumidas por otros animales y facilitan su germinación”, agrega Vélez.
No obstante, tanto el rol como el estado de conservación de la especie siguen siendo desconocidos para la mayoría de la ciudadanía. Por ese motivo, cada 27 de abril se celebra el día mundial en su honor.
“Creé el Día del Tapir a principios de 2008 como una manera de contribuir a la conservación de este animal, pues todavía es bastante desconocido, incluso en los países en los que existe”, explica, por su parte, Anthony Long, fundador del Día Mundial del Tapir.
Y es que la situación de este animal, que cuenta con una especie propia en Asia (el tapir malayo), no es nada halagüeña. “El número de todas las especies de tapires está disminuyendo a nivel mundial, tres de las cuatro especies clasificadas por la Unión Internacional de la Conservación de la Naturaleza (UICN) están en peligro de extinción (el malayo, el centroamericano y el de montaña) mientras el tapir de tierras bajas está clasificado como amenazado”, detalla Long.
Una especie en declive
Según datos de la Lista Roja del Grupo Especializado de Tapires de la UICN, el tapir de tierras bajas, cuyo hábitat incluye Brasil, Bolivia, el norte de Argentina y Paraguay, sureste de Colombia, el este de Perú y la Guyana Francesa “probablemente disminuyó más del 30% en los últimos 33 años”, lamenta Long.
Mientras que la población de los tapires centroamericanos, que se encuentran en Nicaragua, Honduras, Costa Rica, Panamá, Belice, México, Guatemala y Colombia, “disminuyó en un 50% en los últimos 33 años” y actualmente existen “menos de 2.500 y 3.000 individuos”. En el caso de los tapires de montaña, la población “disminuyó más del 50% en los últimos 33 años”, agrega.
“La danta de montaña solo se encuentra en Colombia, Ecuador y el norte de Perú. Quedan menos de 2.500 ejemplares, y la mayor concentración está en Colombia”, detalla Diego J. Lizcano, miembro de la iniciativa ‘Conservación de Tapires en Colombia. “En Colombia está principalmente a lo largo de la cordillera central y el macizo colombiano”, añade.
Los expertos consultados por DW concuerdan en que la pérdida de hábitat y la expansión de frontera agrícola son las mayores amenazas para esta especie.
Esfuerzos de conservación y educación
“La conservación de todas las especies de tapires dependerá del futuro de las áreas protegidas nacionales y subnacionales y los territorios indígenas en la región” señala Rob Wallace, Científico Senior en Conservación en Bolivia, Andes-Amazonas y Orinoquía de la Wildlife Conservation Society.
En diversos países de la región existen estrategias nacionales de conservación. “En Brasil se estableció un programa de conservación de la danta de tierras bajas hace 25 años, liderado por Patricia Medici, en donde se sabe con certeza que hay poblaciones viables, sanas y en crecimiento de esta danta”, indica Alviz.
No obstante, también existen iniciativas promovidas por la sociedad civil. En Conservación de Tapires de Colombia “trabajamos para que las dantas sean reconocidas como especies emblemáticas, así como el cóndor lo es en nuestro país”, asegura la experta colombiana, que destacó el trabajo de la organización costarricense Nai Conservation. “Se ha dedicado al estudio y protección de la danta centroamericana en la última década”, añade.
Esta organización forma parte de una alianza de protección de la danta centroamericana que se fundó en 2017. “Hemos logrado caracterizar la cacería en las principales zonas de hábitat de la danta en la mayoría de sitios de Centroamérica, establecer un programa de educación asociado a la danta de forma regional, disminuir amenazas como atropellos en la carretera, y fortalecer áreas protegidas tanto en monitoreo como en control y protección”, explica Esteban Brenes, que lidera el proyecto. “En Nicaragua se logró establecer una reserva para el tapir dentro de territorio indígena, y en cada uno de los países han creado patrullas comunitarias de protección al tapir”, agrega.
Otro logro de la sociedad civil es la creación de un día nacional del tapir en Belice, Nicaragua y Argentina. Igualmente, “ha habido un incremento gradual en la incorporación de las especies latinoamericanas en los planes de estudio escolares en toda la región. Antes, los niños aprendían sobre los leones, los rinocerontes y los pandas con una falta de información sobre tapires, jaguares y osos andinos. Por lo tanto, los esfuerzos para compartir información e imágenes sobre la vida silvestre de América Latina serán cruciales en el futuro”, asegura Wallace.