Los tiburones son parte del grupo de animales marinos más amenazados. Según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), 316 especies de tiburones, rayas y quimeras están en peligro de extinción. La razón de ello es la sobrepesca.
Una gran cantidad de estos peces son capturados de manera intencional, ya sea para comercializar legalmente su carne y sus aletas o para traficar sus partes. Pero también caen accidentalmente en las redes o anzuelos que tienen como objetivo atrapar otras especies.
Los tiburones tienen una larga vida, pero crecen lentamente y alcanzan su madurez sexual tardíamente por lo que comienzan a reproducirse a avanzada edad comparado con otros peces. Además, tienen largos períodos de gestación y bajas tasas reproductivas. Es por ello que cuando las poblaciones de tiburones son sobreexplotadas, estas generalmente requieren de muchas décadas para recuperarse.
La falta de tiburones en el océano puede desencadenar, además, otros problemas. Walter Bustos, exdirector del Parque Nacional Galápagos, en Ecuador, explica que “los tiburones están en la pirámide de la cadena trófica. Es decir, que hacen parte de los máximos depredadores que son los que van regulando el nivel de población de las otras especies. Si no existen estos agentes reguladores, otras especies pueden disparar su población, convertirse en plaga y terminar destruyendo vastas zonas ecosistémicas”.
Para conservar a estos animales y así mantener el equilibrio de los ecosistemas marinos, los científicos llevan décadas investigándolos para saber, por ejemplo, cuáles son sus trayectorias o cuáles son los lugares donde nacen sus crías para poder así proteger esos espacios.
Tiburones víctimas de tráfico
Para proteger a los tiburones, se han establecido ciertas reglas que buscan regular el comercio de estos animales y también sus capturas. Sin embargo, muchas veces estas reglas son vulneradas y los tiburones son comercializados o también pescados ilegalmente.
En 2017, la Armada ecuatoriana intervino al carguero chino Fun Yuan Yu Leng 999, que había incursionado en la reserva marina de Galápagos y tenía en su bodega 6223 tiburones, incluidos neonatos, de diferentes especies.
Este hecho puso sobre la mesa el intenso tráfico al que están expuestos los tiburones para satisfacer una alta demanda de productos y subproductos como son la carne, las aletas y los cartílagos.
América Latina es para el mercado asiático un importante proveedor de estos productos, principalmente de aletas, y los expertos ya han identificado algunas de las rutas comerciales. Una de ellas inicia en Ecuador. Desde allí, las aletas son traficadas hacia Perú y luego exportadas a Asia donde son consumidas en una sopa que es símbolo de estatus y de prosperidad económica, y que puede costar en un restaurante hasta US$ 300.
Pero esta no es la única vía. Las aletas también son traficadas directamente desde México y Ecuador con destino a Asia. De hecho, un cargamento de 26 toneladas de aletas que fueron incautadas en Hong Kong en mayo del año pasado provenían de Ecuador.
Para controlar el mercado negro de aletas de tiburón, Perú ha realizado importantes avances, sin embargo, todavía hay tareas pendientes, sobre todo porque un nuevo delito ha sido detectado: el tráfico de carne de tiburón proveniente también del Ecuador.
Pesca incidental de tiburones
Los tiburones no solamente están amenazados por la pesca dirigida que se hace de ellos, sino que también están peligro debido a que son capturados frecuentemente como pesca incidental, es decir, que caen accidentalmente en las redes y anzuelos que tienen como objetivo capturar otras especies. De hecho, según el director del grupo de especialistas de tiburones de la UICN para Sudamérica, Carlos Bustamante, la cantidad de tiburones que son capturados de manera incidental es mucho mayor que el número que se extrae en la pesca dirigida.
Una investigación descubrió que en Chile, por ejemplo, en los últimos tres años la flota que se dedica a pescar pez espada o albacora duplicó sus capturas incidentales de tiburón sardinero, una especie catalogada como Vulnerable. A esto se suma que la comercialización de carne y aletas de esta especie aumentó 40 veces.
En Ecuador, la flota atunera también captura incidentalmente grandes cantidades de tiburones. En este caso, sin embargo, el problema es mayor. La pesca dirigida a tiburones en Ecuador está prohibida y solo se pueden desembarcar estos animales si es que fueron pescados de manera incidental. Sin embargo, expertos entrevistados para estas historias coinciden en que bajo la excusa de la pesca incidental, miles de tiburones continúan siendo capturados intencionalmente. Para intentar detener el problema, Ecuador prohibió la comercialización y la exportación de cinco especies de tiburones amenazados de extinción.
Por otro lado, la falta de información sobre la cantidad de tiburones que son capturados impide saber las dimensiones reales de esta pesquería. Con todo, la sobrepesca de estos animales tiene a numerosas especies en camino hacia la extinción.
Esfuerzos para conservar a los tiburones
Para proteger a los tiburones, científicos a lo largo de toda América Latina están investigando sus comportamientos para poder descifrar algunos de los muchos misterios que aún quedan por resolver sobre estos animales.
Por ejemplo, se sabe que gran parte de los tiburones martillo de Galápagos, una especie en Peligro Crítico de extinción, viaja hasta las costas de América del Sur y Centroamérica para dar a luz a sus crías. Sin embargo, los lugares exactos en donde nacen los pequeños tiburones, aún son desconocidos. Para descubrirlos y así poder proteger esas zonas de crianza, los científicos marcaron con dispositivos satelitales a 15 hembras preñadas de Galápagos.
En México, el doctor Ramón Bonfil impulsa la protección de tiburones y rayas, y busca evitar que los ‘tiburones sierra’ desaparezcan del océano. En Venezuela, científicos lograron frenar el consumo de tiburón ballena provocado por la crisis alimentaria y, en Ecuador, investigadores lograron demostrar por primera vez que la población de tiburones ballena de Galápagos se trasladan hasta el área marina protegida isla Coco en Costa Rica. Este hallazgo permite sumar información importante para que el corredor marino que une ambos santuarios pueda ser protegido y así evitar que estos animales, En Peligro de extinción, sean capturados incidentalmente mientras se desplazan entre un área y la otra.